LA diversidad que albergan los ríos les otorga una papel preponderante dentro del ecosistema natural puesto que integran una gran variedad de especies de flora y fauna, algunas de ellas, de especial protección. Por ejemplo, este es el caso del visón europeo, el mamífero más amenazado del continente, denominado por ello “el lince de los ríos” y para cuya protección la Diputación Foral de Bizkaia implantó en 2006 el Plan de Gestión del Visón Europeo, aún vigente. Este plan tiene como objetivo “la recuperación de la especie” y para lograrlo establece, entre otras actuaciones, “la conservación y mejora del hábitat del visón, que no es otro que el río y su vegetación de ribera”, explican fuentes del ente foral.
Por este motivo, dentro de este plan, el Departamento de Sostenibilidad y Medio Natural establece ciertas restricciones a la hora de ejecutar obras que conlleven posibles modificaciones del entorno de los ríos y sus cauces.
“Los ríos son ecosistemas muy ricos y complejos que aportan numerosos beneficios como son; la biodiversidad que albergan, controlador de la erosión, de inundaciones, etc.”, explica Nestor Zabala, biólogo del Departamento de Sostenibilidad y Medio Natural de la Diputación Foral de Bizkaia.
Por este motivo, este departamento foral ha asesorado en los últimos años a ayuntamientos, Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia y particulares, para que sus actuaciones afecten lo menos posible al hábitat y la restauración sea lo más natural y ecológica posible. “Los humanos afectamos a los ecosistemas de los ríos cuando se ejecutan diferentes obras como, por ejemplo, la instalación de una tubería o tras un desprendimiento y su posterior reparación con un muro de contención a través de hormigón o una escollera. Son técnicas artificiales que han sido muy utilizadas hasta ahora”, indica Zabala.
LAUKIZ Con la intención de tratar de desterrar este tipo de actuaciones artificiales, especialmente, en zonas rurales, el departamento foral lleva realizando a lo largo de la última década actuaciones puntuales con técnicas de bioingeniería. En concreto, en Bizkaia se han aplicado estas técnicas en los términos municipales de Zalla, Mungia, Larrabe-tzu, Gordexola y Laukiz. Precisamente en ésta última localidad, Nestor Zabala, junto con el guarda forestal de Mungialde, Gaizka Etxabe, mostraron ayer la evolución de las actuaciones llevadas a cabo en abril de 2016, en un río de la zona, a lo largo de veinte metros de ribera, y que un año más tarde ha recuperado ya gran parte del ecosistema natural tras una intervención realizada por el Consorcio de Aguas con motivo de la instalación de una tubería.
De este modo, la bioingeniería aplicada a la restauración de ríos y riberas, consiste “en el uso de las plantas vivas conjuntamente con otros materiales naturales para conseguir objetivos estructurales en una actuación de restauración fluvial”, detalla Zabala. Esta disciplina constructiva utiliza “técnicas de bajo impacto ambiental que persigue objetivos técnicos, ecológicos y estéticos”. Se pretende así “conciliar necesidades técnicas con la protección y restauración del medio natural”. De este modo, no solo se aporta una solución técnica, por ejemplo, a un problema de erosión, sino que se restaura el hábitat fluvial, un lugar rico en biodiversidad y corredor ecológico. “La solución tradicional tras una intervención sería sujetar la ribera con hormigón o una escollera, pero de ahí nunca va a crecer un árbol”, argumenta Zabala.
Técnicas La bioingeniería tiene su origen en técnicas forestales desarrolladas en Austria, Suiza o Alemania, países con una gran sensibilidad medioambiental, y trata de corregir los impactos producidos por las obras mediante técnicas que activan la regeneración natural. Es un elemento complementario o alternativo en las obras de ingeniería convencional, aunque no se trata de sustituir a esta última. En concreto, existen numerosas técnicas de bioingeniería que se aplican en los ríos: estaquillados de sauce, mallas de fibra de coco, entramados de madera o muros Krainer. trenzados, lechos de ramaje, fajinas, etc. En todos los casos, la idea es la misma: a medida que la vegetación crece, el suelo se estabiliza y se sujeta por acción de las raíces. Para ello, se debe emplear especies autóctonas, que son las que mejor arraigan, al ser las más adaptadas al medio.