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Trashumancia apícola frente a la avispa

La Diputación cede el uso de montes públicos a los apicultores para trasladar sus colmenas a zonas elevadas y evitar los ataques de la especie invasora asiática

Trashumancia apícola frente a la avispaFoto: Borja Guerrero

Bilbao - Cuando se habla de trashumancia vienen a la cabeza los rebaños de ovejas que suben al monte en verano, buscando pastos más tiernos y temperaturas más benignas. Pero también trashuman las abejas; los apicultores siempre han trasladado a zonas más altas las colmenas en verano buscando otro tipos de miel. Sin embargo, desde la llegada de la avisa asiática esta mudanza es una obligación si quieren salvar sus abejas. Este verano, la Diputación ha cedido el uso de montes públicos, como el parque natural de Gorbea, para que los productores puedan trasladar allí sus panales, con el ahorro de costes que ello supone.

Aitor Eguren es uno de los tres apicultores que se han sumado a una iniciativa pionera en el Estado. Desde su explotación en Sollube, ha trasladado a los alrededores del humedal de Saldropo 70 de sus colmenas. “En verano, a mediados de junio subimos las abejas buscando las floraciones de brezo, y las tenemos aquí hasta la primera helada, sobre noviembre”, explica. En cada zona se produce un tipo de miel: de eucalipto, acacia y diente de león en la costa -“exquisita, de las mejores que he probado”, dice de esta última- y de brezo en altura. De las múltiples variedades de esta última planta, la erica vagans es la más común en el arco atlántico, desde Burgos a los Pirineos, con un característico sabor a chocolate torrefacto.

Aitor conoce las abejas desde que era pequeño. Su padre tenía varias colmenas en una huerta de Leioa. “Siempre le recuerdo entrar en pantalón corto y chancletas, y tapado solo la cabeza”, explica. Pero no fue hasta que trabajó con un amigo que tiene una explotación profesional que le entró definitivamente el gusanillo. “Me picó”, ríe ante el símil. Junto a su mujer, Ileana Hanes, empezó a criar colmenas hace siete años. En su Rumanía natal, cuenta ella, “todo el mundo tiene colmenas en casa”. Eso sí, no tienen nada que ver con la raza autóctona. “Esto son miuras; las abejas europeas apenas pican”, explica Aitor. Actualmente tienen 160 pero quieren esperar a contar con 250 para empezar a comercializar la miel.

Desde que puso en marcha su explotación en 2010, esa trashumancia la había realizado siempre hacia la zona de Las Merindades, en Burgos, como la inmensa mayoría de los productores de miel de Bizkaia. Con el coste que ello supone: un viaje más largo y un pago por el uso de los pastos -“derechos de pecórea”- de hasta cinco euros por colmena. Se subía al monte con las colmenas productoras, en las que seguían trabajando las abejas; las más débiles, porque por ejemplo han cambiado de reina y requerían más atención por parte de los productores, se quedaban en las explotaciones.

Sin embargo, la llegada de la avispa velutina a Francia, a bordo de un contenedor producente de China, y su expansión al norte del Estado en 2010, cambió radicalmente esa tradición: hoy en día la especie asesina no permite mantener ninguna colmena en la costa del territorio en verano, que es el periodo de su máxima actividad. Aunque no se sabe exactamente por qué, se ha comprobado que situar las colmenas de abejas a una altura superior a los 700 metros disminuye los ataques de avisa asiática. “Su incidencia es entre muy baja y nula. En Legutio o Murgia han encontrado algunos nidos en algunos años en los que el clima ha sido propicio para ello; al lado de mi huerta hay un nido de avispa asiática que mide ochenta por ochenta centímetros, y aquí te hacen uno del tamaño de un balón de fútbol”, dice.

“¿Daño? La avispa asiática nos está destrozando”, expresa gráficamente el apicultor. “Hoy tenemos que mover todas las colmenas, con los gastos que ello supone. En estos momentos, abajo, no quedan; y el que las ha dejado se va a quedar sin ellas en un mes”, advierte Eguren.

Por todo ello, la Diputación, junto a la Asociación de Apicultores Profesionales de Bizkaia Bamepe, el sindicato Enba, la Agencia de Desarrollo Rural Gorbeialde y los ayuntamientos de Orozko, Areatza, Zeanuri y Artea, ha cedido el uso de montes de utilidad pública para que los productores apícolas puedan trasladar allí sus colmenas. La iniciativa pretende frenar la incidencia de la avispa asiática en las explotaciones de abejas productoras de miel y, aunque en esta primera experiencia solo han accedido a ella tres apicultores, está abierta a cualquier productor. Las primeras colmenas, todas ellas dentro del parque natural del Gorbea, se trajeron a mediados de junio y se mantendrán aquí hasta noviembre. “No es un proyecto para la asociación; es un proyecto para la apicultura de Bizkaia”, destaca Eguren.

Ventajas de la iniciativa Para este apicultor, la posibilidad de traer sus colmenas al entorno del Gorbeia solo tiene ventajas. “Las abejas se mantienen en Bizkaia, con lo que producimos miel del país, y estamos dando polinización a las zonas altas del territorio, con lo que eso enriquece el ecosistema. Y nosotros salimos de la presión de la avispa asiática reduciendo gastos. Viajar hasta Merindades nos costaba el doble de lo que nos cuesta venir aquí”, enumera.

Fidel Martín, un apicultor de Galdakao, también ha trasladado a esta zona 19 de las 38 colmenas que tiene en total. El resto están cerca de Lerma, en Burgos, el pueblo de su padre, donde las llevaba hasta ahora en verano. “Está bastante lejos y económicamente sale caro, no sale rentable. El año pasado se alargó la temporada de avispa asiática hasta diciembre y en total hice cinco viajes”, recuerda. Su intención es trasladarlas también a los pastos cedidos en los montes públicos.

La iniciativa de habilitar espacios en zonas tan cercanas como el Gorbeia le parece una “buena oportunidad. La zona de Bilbao está llena de avispas y es inviable dejar las colmenas en verano. Siempre están delante, las abejas no salen y llegan sin población y sin fuerzas al invierno. Es una buena idea porque está mucho más cerca y te ahorras mucho dinero”. Aunque confía en que este primer año de “prueba” todo vaya bien, reconoce que “hay que ver cómo va. Es una zona a la que yo al menos nunca he llevado colmenas”.