Santurtzi - Javier Iñaki Benito es uno de esos niños que tuvo que huir de la Guerra Civil hace ochenta años. Tenía tan solo 2 años cuando las bombas y los tiros le obligaron a dejar Euskadi. Era hijo de Rodolfo Benito, delegado del Gobierno vasco en el barco vapor Habana, y su historia, como la de otros muchos niños, no se puede olvidar. Esas vivencias fueron escuchadas ayer por la alcaldesa de Santurtzi, Aintzane Urkijo, quien recibió a Javier Iñaki y a varios miembros de su familia en el marco de un homenaje familiar que los Benito rindieron a Rodolfo en el puerto. “Es un placer recibiros y escuchar vuestro testimonio”, expresó Urkijo.
La historia de Javier Iñaki está llena de recuerdos, pero también de dudas que no ha podido despejar. El detonante final de su marcha de Euskadi fue la imposibilidad de que el vapor Habana entrase en aguas vascas, por lo que Rodolfo se quedó en el interior del barco en aguas francesas. “Mi madre, María; mi hermano, Joseba, que tenía once días, y yo fuimos hacia Santander y desde allí fuimos en una lancha pesquera hacia Francia”, explica. En tierras galas, se refugiaron en Guethary y Donibane Lohitzune, pero todo se fue al traste cuatro años después, en 1941, cuando Francia cayó en manos nazis y María volvió a Bilbao junto a sus hijos Joseba y Javier Iñaki, mientras Rodolfo huyó a Marsella desde donde puso rumbo a México.
Tras él, el resto de la familia emprendió un maratoniano viaje desde Bilbao a tierras aztecas. “Fuimos en el barco Anboto Mendi desde Bilbao a Buenos Aires”, señala. Allí, estuvieron dos meses, para luego entrar a México a través del canal de Magallanes.
“La gente nos recibió muy bien. Curiosamente, fueron los indianos, los que fueron allí a hacer las Américas quienes tenían un mayor recelo”, explica. Allí construyó su vida, conoció a su mujer, pero no olvidó Euskadi y trabajó por retomar lazos con una familia a la que ahora ve cada año, pese a vivir en California, y con la que ayer homenajeó a su padre, Rodolfo.