Todos los años, por Sant Jordi, la literatura inunda de historias y letras Bilbao: ficción, novela histórica, publicaciones infantiles... Literalmente. Los libros toman las calles, brotan como por arte de magia en cada esquina, esperando a que algún ávido lector se sumerja en la magia de sus páginas. Una vez cumplida su misión, el tomo volverá a ser abandonado para que otro aficionado a la lectura lo recoja y disfrute de la historia que narra. Es la iniciativa Bookcrossing, un proyecto de dimensión mundial en la que la Diputación lleva cuatro años participando. Desde el 2013, la Biblioteca Foral ha soltado prácticamente 3.000 libros, los últimos este pasado mes de abril. De lector en lector, algunos de ellos han llegado a lugares tan lejanos como Montreal, Florida (Uruguay), Dublin o Tripsstadt (Alemania).

La filosofía que subyace detrás de la iniciativa Bookcrossing es sencilla: convertir el mundo en un club de lectura, haciendo de la calle la mayor biblioteca pública. La idea, que surgió en Estados Unidos en 2001 de la mano de Ron Hornbaker, es sencilla: dejar libros en lugares públicos para que los recojan otros lectores, que después harán lo mismo. Se basa en las tres R: read (lee un libro), register (regístralo en bookcrossing.com) y release (libéralo). La red está presente en más de 130 países y tiene casi doce millones de libros registrados a día de hoy.

“La idea es compartir las lecturas que uno ha hecho: en lugar de dejar el libro en la estantería de tu casa, ponerlo en circulación en un club de lectura virtual de carácter universal”, explica Mikel Zabala, técnico de la Biblioteca Foral. Los pasos son sencillos: registrar el libro en la página web, colocarle una pegatina identificativo con su número de registro que también se puede descargar desde Internet, y liberar en cualquier espacio público para que alguien lo encuentre: plazas, parques, marquesinas de autobuses, estaciones, centros comerciales...

La Diputación se unió a este movimiento en 2013, con motivo del Día del Libro, y desde entonces ha liberado 3.000 ejemplares. “Un club de lectura universal, de carácter gratuito, es algo hacia lo que una biblioteca pública como esta debe apuntar”, considera Montserrat Petralanda, jefa de sección de Publicaciones y Actividades Culturales del departamento foral de Cultura. Con una peculiaridad: los liberados no son libros de la biblioteca, sino que son los propios trabajadores de la Diputación, además de otros usuarios de la Biblioteca Foral, los que donan, de forma desinteresada, sus ejemplares para seguir desarrollando esta iniciativa. “Hacemos un llamamiento a principios de año, en febrero o marzo, y la respuesta siempre ha sido muy positiva”, destaca Petralanda. Algunos años, además, se ha contado con la colaboración del propio servicio de Publicaciones, que ha hecho entrega de algunos ejemplares.

Solo este año, la semana del 24 al 27 de abril, se depositaron casi 500 ejemplares en cuarenta espacios muy repartidos de Bilbao, tanto del centro -Plaza Nueva, estación de Abano, Hospital de Basurto, Euskalduna, Campa de los Ingleses, el parque de Sarriko de la UPV, el paseo de El Arenal, la plaza Moyúa, el Conservatorio de Música...- como en sus barrios: el parque Miribilla, la plaza Karmelo, el centro municipal de distrito de Begoña, la biblioteca municipal de Otxarkoaga... También llegaron a otros municipios de Bizkaia, tal y como se hace desde hace tres años, como Durango, Gernika, Markina, Orozko y Balmaseda, en colaboración con sus bibliotecas municipales. “Algunas localidades se repiten pero se intenta ir variándolas”, apunta la jefa de la sección de Publicaciones y Actividades Culturales.

La idea principal es que se libere básicamente literatura pero también se han incluido ejemplares dedicados a la historia del hospital de Gorliz, que han tenido una acogida muy buena entre los lectores. Básicamente son libros en castellano y euskera, con algunos en otros idiomas como inglés y francés, y, aunque la iniciativa Bookcrossing está enfocada a un público adulto, también se han liberado libros para niños.

La liberación se hizo de manera paulatina a lo largo de los cuatro días, con los libros debidamente registrados e identificados, y en algunos casos envueltos en plástico para resguardarlos de posibles lluvias. Una vez que un lector lo recoge y lo lee, entra en la web de bookcrossing y escribe una breve reseña, dónde lo ha encontrado, dónde lo va a liberar... “Se comparte no solo el libro, sino también las impresiones que genera su lectura”, explica Zabala.

Esa trazabilidad de los ejemplares a través de los registros ha permitido descubrir que muchos de los libros liberados por la biblioteca han viajado a lugares muy lejanos e inesperados: El señor Capone no está en casa, de Andreu Martin, llegó hasta Montreal; Complicidades, de Iratxe Jaio, apareció en Dublín tras haber sido liberado también en Gasteiz; Night over water, de Ken Follet, viajó hasta esta misma ciudad irlandesa, y de ahí hasta Giverny, en Francia, donde lo llevó un lector brasileño; La densidad del desierto, de Rafael Manrique, fue encontrado en Tripsstadt, en Alemania, e Hijos de la droga, de Christiane F, en la ciudada uruguaya de Florida. También se han visto a lo largo del Camino de Santiago e incluso en Brasil. “Han viajado unas cantidades increíbles de kilómetros; no deja de ser curioso e invita a mantener la iniciativa”, destaca el técnico de la Biblioteca Foral. Bergara, Iruñea, Madrid, Barcelona, Benicarló o Manresa son otras de las ciudades a las que han llegado libros liberados por la Diputación. Y es solo una aproximación, ya que no todos los lectores registran los libros que han encontrado en la web de Bookcrossing, con lo que los viajes de los ejemplares liberados desde Bizkaia pueden ser mayores. “Estamos convencidos de que hay personas que participan en el proyecto leyendo y liberando los libros pero no dejan constancia de ello”, advierte Zabala. De hecho, se calcula que únicamente entre el 5 y el 8% de los libros liberados se comentan posteriormente en la web.

El punto débil de la iniciativa es, por su parte, los escasos ejemplares que se depositan en la Biblioteca Foral, que cuenta con un punto oficial de suelta de libros. “El número de libros que nos llega es mínimo”, admite Zabala. “Nos gustaría que mejorase, aunque este punto de liberación es muy relativo: el principio fundamental del Bookcrossing es que los libros se pueden dejar en cualquier sitio. Las zonas oficiales únicamente significan que detrás de ellas hay alguien que va a dar continuidad al proyecto; los libros no tienen por qué dejarse ahí, se pueden liberar en cualquier sitio”.

Con una iniciativa que ya ha calado entre los vizcainos, la intención es seguir liberando libros los próximos años. “Lo más difícil ya está hecho, que era ponerla en marcha y darla a conocer. A partir de ahora, lo que nos gustaría es que cada vez fueran más los municipios que participan en ella”, finaliza Petralanda.