Una ascensión que evoca la historia
EN un principio se reunían en otro lugar, bajo el famoso Tilo del Arenal, hoy inexistente. Cuenta la historia que allí se daban cita las milicias ciudadanas liberales, los llamados auxiliares, para intercambiar impresiones sobre la marcha de la contienda. ¿Qué contienda?, preguntarán ustedes. La Segunda Guerra Carlista. El 2 de mayo de 1874 fue levantado el cerco, que duró 125 días, por las tropas liberales mandadas por los generales Concha y Castillo. Casi un año después del levantamiento del cerco, el 19 de marzo de 1875, se fundó la Sociedad El Sitio, cuyo embrión fueron aquellas reuniones bajo El Tilo del Arenal. Pronto comenzaron con las procesiones cívicas en homenaje al espíritu liberal de Bilbao. Esta procesión parte de la plaza de Unamuno y, subiendo por las Calzadas de Mallona, llega al Mausoleo de los Auxiliares que existe en Mallona, anteriormente situado dentro del actual campo de fútbol (y antiguo cementerio) y en la actualidad reubicado en el exterior de dicho terreno de juego. A sus pies puede leerse una placa que reza El Excmo. Ayuntamiento de Bilbao y la Sociedad El Sitio en reconocimiento a los defensores del espíritu liberal de la Villa: recuerdo glorioso de los defensores de la Villa en los sitios de 1835-1836 y símbolo para los que la defendieron en 1874. Levantado este panteón en 1870 por suscripción popular, la barbarie y la intolerancia lo arrasaron en 1937. De sus ruinas renace hoy como estandarte y guía para quienes aman la libertad.
Hoy en día preside la Sociedad El Sitio Dolores Azpiazu, quien anunció la concesión de su premio anual a la ciudad de Cádiz (la ciudad andaluza no envió emisario alguno, pero sí una carta de gratitud del alcalde, José María González, Kichi, que se leyó en el Hotel Indautxu..) y abanderó la procesión al filo de las 7.30 de la tarde. Le acompañaron el concejal Xabier Otxandiano (junto al mausoleo un grupo de vecinos esperaban a Juan Mari Aburto para solicitar mayor accesibilidad a la zona...), Luis Eguiluz, Ignacio Erice, subdelegado del Gobierno; Alfredo Juez, tocado con un sombrero borsalino; Alfonso Gil, la cónsul belga Sylvie Lagneaux, Javier Cano, Alfredo Rodrigo, fumando en pipa; Ramón Talasac, Alberto Ruiz Capellán, Inés Ibáñez de Maeztu, Ángel Rodrigo, José Luis Cámara, Santos Alonso, Ignacio Agirre, José Garzón, Juan Moreno Lombardero,Pedro Fernández de Barrena, Cristina Madariaga, quien improvisó su adhesión a la procesión cívica a media altura de las calzadas; Javier Ortega y un buen número de gente curiosa e interesada que se acercó al mausoleo de los auxiliares. En el comienzo de esa ascensión que evoca la historia, Josune Doiz, desde la balconada de su local, el Bar Geltoki, miraba con curiosidad el arranque. Y como ella, un sinfín de hombres y mujeres a los que probablemente les faltaba el saber por qué de la marcha.