Gernika - Este mes se cumple el ochenta aniversario del bombardeo de Gernika, una tragedia que marcó la historia del siglo XX y quedó plasmada mediante el pincel de Pablo Picasso en un cuadro icónico a nivel mundial. El fotógrafo gernikarra Aitor Arana homenajeó y recreó ayer la famosa obra en una performance que unió teatro, música, danza, maquillaje de caracterización y canto en la sala Elai Alai Aretoa de la localidad foral.

La representación tuvo dos pases consecutivos y en ambos se abarrotó la sala debido al interés que despertó el espectáculo. El gran artífice se mostraba “muy contento” al concluir. “Nunca había dirigido nada parecido y, además, lo que hemos hecho tiene una dimensión brutal. Ha sido muy emocionante porque hemos conseguido rendir un homenaje a Gernika y que la gente se emocionara” relataba Aitor Arana. Además de espectáculo, la cita entrañó un componente reivindicativo. Tal y como señaló el fotógrafo, “después de ochenta años se sigue padeciendo lo mismo. Los bombardeos continúan. Por ello, queríamos generar la conciencia de que puede haber un mundo sin guerras y Gernika tiene que ser el ejemplo de que ya basta de guerras en el mundo”.

Para la ejecución del proyecto, Arana contó con la inestimable ayuda del profesorado y alumnado de maquillaje y caracterización profesional del CIFP San Jorge de Santurtzi, quienes llevaron a cabo su labor en directo y a la vista del público que se reunió en Foru Plaza y en las calles Artekalea y Adolfo Urioste. Un trabajo de caracterización y transformación de los participantes de la obra, que en apenas dos horas, pasaron a convertirse en los elementos principales en la recreación de la obra del pintor malagueño. La realización de los trabajos de maquillaje tuvo, además, una ambientación musical mediante las interpretaciones de los alumnos de la escuela local de Juli Foruria.

Irati Malasetxebarria fue una de las personas que componían el cuadro y que aguantó las horas de maquillaje primero y el tiempo que tuvo que pasar quieta en el escenario después para escenificar la performance . En su caso, la peinaron con un cono alargado que sobresalía de su cabeza. Según confesó, “sujetarlo es una labor potente porque pesa bastante”. Pero lo que más dificultad la acarreó fue mantener una postura fija en el escenario sin moverse. “Aunque esté encima de un taburete, me agacho saliendo de una especie de ventana y estar veinte minutos así no es fácil, pero se lleva bien y es solo un día” relató. Todo el esfuerzo mereció la pena al ver el resultado final con la figura creada.

Antes de la composición final del cuadro, el espectáculo dio comienzo con un pequeño teatro donde se escenificó el fatídico ataque mientras los niños jugaban y los adultos hacían sus compras. Tras ellos y mediante el cambio de música, se representó el bombardeo con el dantzari Iñaki Olano fusionando bertsos y danza caracterizado como un cóndor, en alusión a la legión alemana del mismo nombre que destruyó la localidad. “He intentado crear una bertso-dantza. Para ello he utilizado unos pasos de una coreografía de Víctor Olaeta por un lado, y de los Suletinos por otro lado; luego también ha sido un poco de libre albedrío” describió. Unos pasos “concisos e intensos” como remarcó Olano para dibujar el horror de una masacre.

Como colofón, los cuerpos de la decena de participantes fueron creando el Guernica sobre el escenario, guiados por la mano del propio Pablo Picasso. Así se logró una nueva visión del lienzo que cobró vida por encima de la muerte representada.