Decir Ormaechea en Bilbao, es decir lotería, y sobre todo, premios Gordos, muchos Gordos en Navidad, por El Niño y también en sorteos ordinarios. El despacho de lotería que se jacta de ser la administración número 1, y con razón, cumple el próximo martes 75 años de fidelidad con la fortuna y miles de clientes agradecidos tanto de la capital vizcaina como de localidades cercanas.
Millones porque, a lo largo de tres cuartos de siglo, la felicidad repartida ha sido inmensa. Sergio Echeverría, actual gerente, recuerda cómo el negocio fue iniciado por su abuela Concha Ormaechea y lo siguió su hija Ana Mendicuti, la ama de Sergio.
“Mi abuela compró la licencia de la administración número 1 de Bilbao que en 1941 quedó libre, por eso, aunque somos la administración de lotería número 1 no somos la más antigua”, explica. Era una época de penuria y postguerra, así que montó el despacho compartido con un estanco en una lonja de la calle Ribera, frente del puente de La Merced. “Fue toda una emprendedora para su época ya que montó el negocio con 28 años, con pocos recursos ”, relata el nieto. Las ventas iban tirando y Lotería Ormaechea, entonces, era un despacho más de los múltiples que vendían azar en el Casco Viejo. Por eso Concha quiso ser osada y dar el salto al nuevo Bilbao que crecía allende de la ría, en el Ensanche. Los locales en Indautxu eran escasos y por ellos caros así que, como muchos negocios en la época, se instalaron en la portería de un edificio, en la del número 46 de alameda San Mamés. Corría el año 1948 y la ventura inició un proceso de cambio para Concha. “Repartimos varios premios Gordos y nuestro nombre empezó a ser conocido en Bilbao”, recuerda su hija, Ana Mendicuti, que desde muy joven asistió a su madre viuda en el estrecho despacho lotero.
Rememora cómo “se montaba unas colas para vender que a veces llegaban a ser un agobio...” tantas que los vecinos empezaron a quejarse de la ocupación del portal, de los décimos que los jugadores rompían ante el inmueble cuando no tocaban, la convivencia empezó a deteriorarse así que tocaba otra mudanza, pero esta vez, a un sitio propio y exclusivo.
El local de alameda Urquijo, número 52, su actual ubicación, fue el elegido y la racha de la fortuna siguió dando vueltas en torno a Concha y su familia, aunque también se la trabajaban. Sergio indica que “en este negocio es muy importante vender premios pero también que la gente se entere porque después de repartir un Gordo, las semanas siguientes, las ventas se duplican y se triplican”. Por eso la matriarca fue otra vez emprendedora y mandó componer una pequeña canción a los Cinco Bilbainos. Un tonada donde cantaban cómo en Ormaechea había caído un gordo y que se emitía en Radio Bilbao cada vez que el azar respondía a los clientes. Otra acción era poner anuncios de pago en la prensa local “porque todavía entonces no era tanta noticia un Gordo cuando no era de Navidad”, explica Sergio.
Primer relevo Fue en 1975 cuando se produjo el primer relevo. Ana tomaba las riendas del negocio porque, curiosamente, era viuda, y la ley franquista propiciaba que mujeres sin marido o hijas solteras heredaran la licencia. “Es una historia que se ha mantenido hasta hace solo unos cinco años”, apostilla Sergio, que aclara que ahora todos las administraciones son sociedades mercantiles que se pueden traspasar sin traba alguna. La fortuna siguió sonriendo a la casa de los Ormaechea. Ana asegura que “es muy bonito hacer rica a la gente” a pesar de que para ella supusiera toda una aventura abonar los premios tras la adjudicación de un primer premio. Era la época en la que la lotería se adquiría también a través de vendedores ambulantes que recorrían las calles a grito limpio ofreciendo décimos con el sello de la familia por detrás. Los más veteranos recuerdan a la Pacheta que gritaba por la calle Pozas “la lote, tengo la lote” o de Alejandro ese escuálido repartidor de millones que vendía por todos los bares de postín del Ensanche bilbaino. Ana no olvida el número del gordo de Navidad de 1986, “el 3772 que vendió Alejandro con nosotros y que repartió por bares y tiendas como la cafetería Lepanto o la tienda de Loewe ya desaparecida”. Lugares donde acudía gente de posibles y que fueron después muy generosos con Alejandro en modo de gratificaciones económicas.
La veterana lotera indica que “eran otros tiempos donde la venta era más cercana y siempre sin presionar al cliente”. En ello coincide su hijo. Comenta cómo “sabemos enseguida cuando viene a la ventanilla un turista porque es muy exigente con los números o la superstición que le acompañan. El cliente de aquí es más de que le des tú un número, de hecho son la mayoría de las ventas”.
Un ejemplo es el bilbaino asiduo del despacho que en un sorteo de los sábados decidió cambiar su táctica y se convirtió en el agraciado al que más dinero ha entregado la administración de su historia, 1.500 millones de la antiguas pesetas. Sergio relata que “me llamó y me dijo que en vez de comprar diez décimos terminados del 0 al 9, como hacía siempre para asegurar, esta vez iba a jugar todos al mismo número. Pues le tocó el Gordo y el premio especial. Fue una gozada”.
Ormaechea también es referencia para varias familias de la villa y de toda la vida que siguen tentando al azar con idénticas cifras durante generaciones. Madre e hijo se muestran especialmente orgullosos. “Son clientes que ya tienen reservado siempre el mismo número, que es una tradición para ellos y que en cierta forma es un legado de los padres y abuelos”, desvela Sergio con un puntito de satisfacción. Para el próximo sorteo de Navidad ya tienen separados los alrededor de 100 números que venden a estos clientes con especial etiqueta VIP. “Y eso que, aunque a algunos sí les ha tocada algo alguna vez a la mayoría, no”, apostilla
Transacciones y ventas que en 1996 abrieron una ventanilla nueva a todo el mundo mediante Internet. “Tras 75 años de historia, el negocio on line es el futuro”, apostilla el actual responsable que siguiendo la tradición familiar también se ha preocupado de que la rueda de su fortuna no pare de girar. Así inventaron el escarabajo de la suerte, una mascota para la web, que es reconocido por los compradores que adquieren los décimos, sobre todo de Navidad por Internet. “A fecha de hoy (el miércoles pasado) tenemos ya 438 envíos realizados”, confiesa.
Tres cuartos de siglo que celebran trabajando Sergio, su hermano Alberto, y el resto de empleados “porque yo ya me he jubilado a principios de años”, acota la matriarca actual de la familia. Todos ellos se preparan para la inminente campaña de Navidad que requerirá un refuerzo de dos personas a partir de noviembre. “Para cualquier administración, este sorteo es la mitad del negocio del año”, reconocen.
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