OTRA vez la galerna maldita ha inmolado la sangre de los pobres pescadores de Bermeo”, tituló al día siguiente El Liberal. ¿Al día siguiente de qué?, se preguntarán los más curiosos. De la galerna de 1912, una de las más horrendas tragedias de nuestras costas; aquella tremenda tempestad que se cobró la vida de 143 arrantzales que faenaban a 45 millas de Cabo Matxitxako. Medio siglo largo después, en 1963, Giovanni Marra, gran aficionado al submarinismo, decidió honrar la memoria de tres submarinistas del club de buceo Cevas con un gesto que recordase a todos los fallecidos en la mar, con especial memoria para los hijos de Bermeo de aquel trágico 1912.

¿Cómo hacerlo?, se preguntaba el hombre. Hasta que buceó en sus raíces y recordó al Cristo de los Abismos genovés, sumergido bajo las aguas en la bahía de San Fruttuosso por iniciativa de Duilio Marcante, tras la muerte de su compañero Darío Gonzatti durante una inmersión en 1950. Entonces nació la idea. El club encargó una talla de la Virgen de Begoña al escultor Joaquín Lucarini, pieza de metro y veinte centímetros de altura y una tonelada de peso. El por aquel entonces Obispo de Bilbao, Pablo Gúrpide, presidió el acto de entronización y antes de su inmersión aquel bronce al manganeso bajó a las profundidades bautizado con el nombre de Stella maris, protectora de los hombres y mujeres de la mar.

promesa cumplida Apoyado en el club de buceo Cevas, el buen Giovanni recordaba, cada 15 de septiembre, aquella inmersión con algún acto conmemorativo. Así lo hizo hasta 2012, un año antes de cumplirse el centenario de aquella ofrenda de bronce. Consciente de que no llegaba a la señalada fecha, pidió a su hija Anna Marra, que organizase la celebración del siglo de vida. Así lo hizo Anna, quien desde entonces año tras año organiza algún evento para el recuerdo en esta fecha.

Ayer lo hizo en el Museo Marítimo de Bilbao, con la presentación de una muestra titulada Entronización en aguas de San Juan de Gaztelugatxe de la Virgen de Begoña. A la cita no podía faltar la buena gente del club de buceo Cevas, con su presidente José María Álvaro a la cabeza y el empuje de hombres como Alberto de Loma-Osorio, Enrique Arévalo, Luciano Reguera, Fernando Cayuela y Federico Irardier entre otros; el propio director del museo, Jon Ruigómez, Maribel Lekunberri, Mila Bereciartua, César Pérez, Fernando Sainz de Ugarte, Iñaki Carbajosa; Kiko Olarreaga, Montse Chirapozu y Maite Fernández en nombre de Iberdrola, Ignacio Elorza, la doctora Amelia Allende, Inma López, Jon Anasagasti, Isabel Rodríguez Maribona, Gontzal Azkoitia, Marino Montero y un buen número de asistentes.

Todos ellos se regodearon con las voces de Bittor López, Vicente Hurtado, José Ángel Frechilla, Kepa Aresti, Eladio García, Javier Urkiza, Eusebio Martínez, Alberto Núñez, Luis Solar y Luis Villarejo, voces, ya digo, campanudas que dan vida al otxote Bilbo Argia, encargado ayer de bañar con ilustraciones musicales la ceremonia.