Por el número 74 de la calle Algortako Etorbidea han parado a repostar miles de getxotarras a lo largo de medio siglo de historia. En esta céntrica calle del barrio getxotarra de Algorta, que lo une con Neguri y Las Arenas, se ha ubicado durante los últimos 50 años la popularmente conocida como la gasolinera de Algorta, propiedad de la familia Goñi Alzueta.

Una estación de servicio urbana que ha formado parte del paisaje del municipio para varias generaciones y cuya concesión se inició el 30 de julio de 1966 y finalizó el pasado 30 de julio de este año. “La familia Goñi Alzueta estamos orgullosos y agradecidos por haber podido servir a los vecinos de Getxo durante tantos años”, resume echando la vista atrás Mikel Goñi, nieto de Pascual Goñi Güembe y Dámasa Alzueta Leoz. No en vano, sus abuelos fueron los responsables de su puesta en marcha hace más de medio siglo, un legado que Mikel continúa actualmente gestionando las estaciones de servicio situadas entre Berango y Algorta, una empresa familiar de tercera generación que lleva siendo distribuidor oficial de Repsol desde 1992.

Respecto a la gasolinera que construyeron sus familiares, durante cinco décadas la evolución de la estación ha sido constante. Un proceso paulatino de modernización acorde a los tiempos que partió del afán emprendedor de los visionarios Pascual y Dámasa. “El proyecto de la gasolinera de Algorta se inició cuando mis abuelos obtuvieron permiso para vender combustibles durante los años 50. Por aquel entonces era un proyecto muy incierto y no sabían si iba a tener éxito porque había muy pocos coches”, rememora Mikel.

Incluso su ubicación actual no corresponde a sus orígenes. Inicialmente se situaron en la esquina entre la calle Alango y la avenida de Algorta. Por aquel entonces “no requirieron de mucha instalación”, según apunta Mikel, ya que compraban bidones de combustible y suministraban “a los pocos vehículos de los adinerados de Neguri que existían en la época”. Lo hacían de forma manual con un par de garrafas.

ORÍGENES Para poder sacar el negocio adelante, el matrimonio Goñi-Alzueta trabajó de sol a sol. Ambos eran naturales del municipio navarro de Aibar, el pueblo de los duendes como se les conoce popularmente a sus habitantes, situado en la comarca de Sangüesa. Como otros muchos, de allí partieron en busca de un futuro mejor. “Tanto mis abuelos como mis tíos han sido gente muy trabajadora. El negocio también lo requería porque tenía que estar abierto todo el día”, relata Mikel.

En este sentido, Pascual llegó incluso a desdoblarse para sacar adelante la gasolinera. “Durante el día trabajaba en el puerto de Bilbao como mozo de almacén y, al finalizar la jornada, ayudaba a mi abuela, que cuando no conseguía vender las garrafas de las que disponía por falta de coches iba hasta Erandio y se recorría las fábricas para vender el combustible”, apunta.

Un carácter trabajador y humilde que les ayudó a superar los reveses de la vida. “Antes de eso mi abuelo trabajó de pastor en Argentina. Cuando regresó, metió el dinero que había hecho en el banco, pero al estallar la guerra se lo quitaron. Su reacción no fue la de lamentarse, sino la de seguir trabajando”, indica Mikel.

Una vez puesto en marcha el embrión del negocio de venta de combustible, con el aumento de vehículos instalaron dos surtidores en la calle Alango, justo encima de donde se ha ubicado todo este tiempo la entrada a la estación, para poder dar servicio a la creciente demanda.

Posteriormente, en 1962, el Ayuntamiento de Getxo decidió trasladar la gasolinera a la ubicación donde ha cumplido sus bodas de oro para poder solucionar el aumento de actividad. Para ello, el Consistorio getxotarra convocó un concurso público para sacar a licitación una concesión de 50 años que ganó Pascual Goñi y que se ha agotado recientemente, este pasado mes de julio.

Durante los 50 años de servicio, el relevo generacional ha sido evidente y los tres hijos del matrimonio, María Nieves, Joseba y Luis se han hecho cargo de la estación, dando continuidad al proyecto empresarial de sus padres. “Eran tres hijos y sobre los años 70 mi padre se hizo cargo de la gasolinera después de colgar el hábito. Posteriormente, en 1998, el hijo de María Nieves pasó a ser el responsable de la gasolinera hasta su cierre”, explica Mikel.

CIERRE Una vez finalizada su concesión el pasado 30 de julio, actualmente la gasolinera está vallada y operarios trabajan en las labores de desmantelamiento de las instalaciones. Hasta el momento han desaparecido elementos como el panel donde se anunciaba el precio de los combustibles, los rótulos de la empresa distribuidora, así como otras piezas. En este sentido, su céntrica ubicación y su cercanía con las viviendas siempre han despertado ciertos recelos. Sin embargo, ahora que su desmantelamiento es ya una realidad, su memoria refleja la profunda evolución que ha sufrido el municipio. Desde la aparición de los primeros vehículos hasta la actualidad. Una parada de repostaje en plena avenida de Algorta que ya no surtirá más a este barrio getxotarra.