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A rueda del viejo ciclismo y en familia

La marcha retrobike congrega en Balmaseda a diferentes generaciones de cicloturistas nostálgicos

A rueda del viejo ciclismo y en familiaE.Castresana

EL cántabro Enrique Aja no olvida el verano de 1983, el año que participó por primera vez en el Tour de Francia. La primera prueba de fuego en la alta montaña llegó en una dura etapa en los Pirineos. “Subimos Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde y ganó Robert Millar”, rememoró. Entonces en las filas del Reynolds, compartía equipo con Pedro Delgado y más tarde con Miguel Indurain, “un superclase” cuyo potencial vaticinó Enrique Aja desde que le vio dar sus primeras pedaladas como profesional. Pero ninguno se puede comparar con la que fue su compañera ayer en la segunda edición de la Retrobike: Su hija, Raquel, que vistió un viejo maillot de su padre y montó una bicicleta de su abuelo. Como ellos, muchos de los cien participantes en esta marcha cicloturista convertida en un asunto de familia y amigos.

La organización solo había dado una consigna: las bicicletas debían haber sido fabricadas antes de 1988 para revivir el espíritu del ciclismo de antaño en un agradable paseo por Enkarterri. Mari Carmen Díez de Lezana y Amaia Picaza cumplieron a rajatabla. “Una bicicleta nos la han prestado y la otra es de 1977” contaron risueñas al cruzar la línea de meta en la plaza de San Severino. “Tengo 73 años, no me importa decir la edad”, confesó Mari Carmen, que demostró que practicar deporte no está reñido con la elegancia. Lució una chaqueta de lunares y sombrero coordinado con el conjunto sin renunciar a pendientes y collar, mientras que su hija guardaba varios pares de guantes para elegir los que se pondría “en función del tiempo”. Naturales de Orduña, ya se inscribieron en la marcha el año pasado.

Luis y Koldo Zatón, padre e hijo de Balmaseda, custodiaron un pequeño tesoro. “Es un foco de carburo del primer modelo que se fabricó, que nos ha prestado un museo de León”, explicaron. “Después llegaron el dinamo y la pila”, detalló Luis. La bicicleta con la que Koldo completó el más corto de los dos recorridos diseñados la construyeron utilizando distintos elementos de otras tres bicis.

un sacerdote A la marcha no le faltó de nada, ni tan siquiera un sacerdote de los de antes, ataviado con sotana a pesar del bochorno. “Les he dado la bendición”, señaló Oskar Valenciaga antes de que los participantes abandonaran Balmaseda para perderse por Enkarterri. Eligieron entre dos rutas: una corta de 40 kilómetros y otra larga, de 73. En ambos casos, con horas por delante para disfrutar de la torre Loizaga de Galdames, las mansiones indianas de Gordexola, el monumental edificio que alberga el Ayuntamiento de Güeñes o las bodegas Virgen de Lorea de Otxaran, en Zalla, donde los corredores se detuvieron para degustar un avituallamiento a base de txakoli.

También acompañó la comitiva de la Retrobike, -adscrita al circuito de marchas cicloturistas de estilo retro de la península, Retroibérica-, un emisario del servicio correos francés. “La bicicleta sí que viene realmente de Francia”, bromeó Alfonso Julián, vestido de amarillo, a juego, señalando el código identificativo que delata la procedencia de la bicicleta: la región de Aquitania. Parece ser que fue robada allí y cruzó la muga hasta terminar en Oiartzun, donde Alfonso dio con ella en una comisaría y la adquirió. “He intentado conseguir ropa que fuera también auténtica, pero ha sido imposible”, añadió. Sin cartas del pelotón que hacer llegar, guardó en dos cestos de mimbre botellines de agua para el camino y un teléfono móvil bien escondido. “¡Hoy la tecnología está prohibida, al menos que se vea!”, exclamó, preparado para completar la jornada con una comida de hermandad en las escuelas Martín Mendia de Balmaseda.

El fin de semana de Enkarterri sobre dos ruedas continúa hoy con más citas. La villa acoge la marcha cicloturista que lleva el nombre de Samuel Sánchez, mientras que del barrio Longar de Zalla saldrá la prueba de BTT del club de montaña Ubietamendi.