Marta Hernández
Getxo - Con las manos, Mário Silva ha ido creando su camino. Aunque quizás, el destino ya le había adelantado algo ese trabajo. “Yo crecí oyendo: ¡Tu padre es un artista! Porque era pintor y hacía cosas maravillosas. No era un artista de la pintura, sino de hacer bien su oficio. Lo mismo pasaba con mi madre, que era modista”, cuenta Mário al resol de la terraza de la cafetería Jolas Aurre, de Algorta, donde, en su interior, se encuentra expuesta su obra creativa hasta el 25 de junio. Él es artista plástico y en esta colección denuncia cómo en la actual sociedad existe un “excesivo, insano y mal uso del plástico”. Con objetos de este material hallados en espacios urbanos y naturales, este brasileño, de marcada conciencia ecológica y social, ha hecho arte. Manual, claro.
Y es que su capacidad para crear con las manos es interminable, porque ha sido y es restaurador -de esculturas, adornos, de mobiliario, de antigüedades, en general...-. “Es algo que debería ocupar menos tiempo en mi vida, aunque ya ha llenado treinta años”, comenta sonriendo. Pero “no deja de ser vivir del arte, es un mundo donde puedes desarrollar toda tu creatividad”, reflexiona. “El restaurador es el mecenas del artista, es como un maestro también”, asegura convencido. Sin embargo, ahora, Mário ha dado alas a su otro perfil artístico. “No había querido mostrarme como artista por cobardía, por no exponerme, por pensar que igual no era suficientemente bueno, por no poner el culo en el ventana, como dice mi hermano, que está en São Paulo”, confiesa.
Pero esas barreras las ha derribado la exposición FotoDescomposición en Getxo, el hogar de este brasileño desde hace un lustro. “Este trabajo tiene quince años. Estaba leyendo un libro que se llama Futuro robado, que habla de las consecuencias del consumo del plástico y del conocimiento que tenían sobre ellas los que lo pusieron en uso. Los daños que hace en el sistema animal son brutales, les afecta genéticamente, ya que los plásticos funcionan como llaves que entran en los organismos y abren y cierran mecanismos”, indica Mário. “Luego, son peces que nos comemos o plásticos del biberón que les damos a los niños”, apunta con enfado. Una de sus creaciones, que “parece un señor en una prisión”, lleva por título, precisamente el nombre de esa publicación. Otra se llama Primavera silenciosa, que también es un libro, “que las grandes empresas se han preocupado de que no se difunda...”. Es la biblia verde y la firma Rachel Carson. Con este manual, floreció la conciencia ecológica en 1962. Otra de las obras de Mário es una tabla para cortar carne en la que hay una cabeza de muñeca. “Esta he decidido dejarla sin nombre. Pero es una referencia clara a que nos están comiendo el coco”, puntualiza.
Con estos elementos se descubre al otro Mário. “La primera persona que me incluyó entre los artistas fue mi primera mujer. Me dijo: Es que ustedes, artistas, viven, pasan hambre y ¿qué? El éxito, muertos”, traslada este brasileño. Él es sabedor de que esa palabra ya la ha ligado a su nombre. “Yo he tenido éxito. ¿Qué padre puede dedicar ocho años de su vida a cuidar de sus hijos? Es una posibilidad que ni siquiera está bien discutida en la sociedad. Y en mi país, menos”, destaca.
Mário siente estupor frente a la tensa atmósfera que ha cubierto Brasil en los últimos tiempos y que ha llevado a que la presidenta del país, Dilma Rousseff, haya sido apartada de su cargo de manera temporal y sometida a un juicio político o impeachment, abierto en el Senado. “Ha sido un golpe sucio”, sentencia. “A la presidenta la han quitado un grupo de bandidos. En Brasil, estamos viviendo una Edad Media. Pero nada es casual. Crearon un terror para que las personas entraran en estado de temor. Es la doctrina del shock, del miedo, que se usa para maniobrar”, considera este getxotarra de sangre brasileña y espíritu verde.