Plentzia - La imagen de ayer de la playa de Plentzia, salpicada por los colores de las piraguas o de los kayaks y adornada con las maniobras de los surfistas, nada y todo tiene que ver con la que se ve, desde hace demasiado tiempo, en la costa griega, por mucho que algunos quieran cerrar los ojos. Nada tiene que ver porque ayer personas que adoran la mar, que saborean el agua salada porque practican distintos deportes acuáticos, dejaron por unos instantes tierra firme para eso: para disfrutar de la mar. No para huir del horror. Y todo tiene que ver porque estos watermen y waterwomen se adentraron en la bahía de Uribe Kosta con motivo de un acto benéfico para ayudar a los refugiados, para esas familias, esos niños, esos abuelos que empaquetan su vida, de mala manera, y se embarcan al vacío marítimo.

Nada tiene que ver el soleado día de ayer en Plentzia, un pedacito de primavera en mitad de febrero de 18 grados calentando el mediodía y de 14 grados en el agua, con el gélido ambiente que acompaña en estas fechas a los que escapan de la desgarradora guerra y ponen su destino en manos del Mar Egeo, que el pasado mes llegó a registrar temperaturas que rondaban los 0 grados. “Una mujer de 35 años y un niño de 5 han muerto por hipotermia, después de que las embarcaciones en las que viajaban se hundiesen cerca de la isla griega de Lesbos”, contaban las noticias el pasado 20 de enero. Y todo tiene que ver: el gesto de las cerca de 200 personas que tomaron parte ayer en esta iniciativa solidaria -bautizada como Ur Basque People. De Bizkaia al Egeo- con los cerca de 2.000 euros que se destinarán a la asociación vasca Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que se erige en unos de esos primeros abrazos a los refugiados en Lesbos. Los deportistas y los no deportistas que realizaron un pequeño recorrido por aguas de Plentzia y Gorliz aportaron 10 euros por la simbólica inscripción, pero además, se podían hacer más donaciones y quien quisiera también podía aportar su granito de arena, en la playa, aunque no se metiera en el mar. En los próximos días se conocerá la cifra total del dinero recopilado para SMH.

Red solidaria Yurdana Burgoa, aficionada a la natación y al bodyboard, y Aketza Sánchez, al frente de la asociación Goazen Up, son los principales impulsores de este proyecto que conecta el mar Cantábrico con el mar Egeo. Pero son muchas más las personas que han formado esta cadeneta marina de solidaridad; desde Laboral Kutxa y los ayuntamientos de Gorliz y Plentzia, hasta los 200 deportistas y personas que hicieron visible el acto ayer: Leticia Canales, Alazne Aurrekoetxea, Txema Carreto, Oskar Martinez, Virginia Berasategui, Iñigo Olivares, Carlos Yáñez, Txema Flórez... Pasando, por supuesto, por los voluntarios de la ONG vasca que trabaja allí, en el lugar de la tragedia, donde los ojos se empañan al ver tanto dolor. “Nos encontramos la miseria ante la vida: bebés, embarazadas, ancianos... hacinados en embarcaciones realizando una travesía de noche, que vienen con miedo, mojados, asustados... Están en el mar a la deriva. Les acompañamos a un puerto seguro donde se les puede ayudar: se les cambia de ropa, se les da comida y se les traslada a la zona de campamentos”, explica Iñigo Unzeta, uno de los integrantes de SMH. Y es que este grupo de socorristas y patrones voluntarios acude mar adentro a socorrer a los refugiados. Por ejemplo, los 10 euros que valía la inscripción para el evento de ayer se traducen en una hora de navegación en una zodiac. “Hace falta de todo pero en nuestro caso, nos hacen falta recursos económicos para la manutención de las personas, los gastos de la gasolina, la comida, los desplazamientos...”, aseguraba Iñigo.

SMH lleva desde el pasado 4 de diciembre en la isla griega que se ha convertido en la puerta de Europa. Grupos de seis voluntarios se van turnando cada quince días para desarrollar esta labor que no hay aplauso que la pueda llegar a valorar. Para esta asociación va todo lo que dio de sí la jornada acuática de ayer en Plentzia. “Ha superado nuestras expectativas; la gente se ha volcado de manera impresionante”, agradecía Aketza Sánchez, deseoso, eso sí, de que el año que viene no sea necesario tener que repetir esta iniciativa: “Y si organizamos algo así para reunir a gentes de la mar que sea porque nos da la gana”.