CUANTAS manos no se habrán puesto sobre la salud mental a lo largo de los tiempos. Desde los insufribles libros de autoayuda (es una opinión personal, disculpen el desliz...) a las meditaciones y enseñanzas del yoga, desde la más vanguardista técnica de relajación a quien bebe para olvidar, desde ese contar hasta diez antes de... al desahogo, qué sé yo, en un estadio de fútbol. Ya la civilización griega clásica nos recordó, en las Sátiras de Juvenal aquello del Mens sana in corpore sano, empeño al que se aplicaron con devoción casi fiera. Mens sana, he ahí uno de los secretos de nuestro tiempo, donde la comprensión del cerebro es el gran desafío para la ciencia del siglo XXI y donde cobran un trágico sentido, en ocasiones, aquellas terribles palabras de Aldous Huxley quien escribió, en Un mundo feliz, un tremendo diagnóstico. Lean, lean y ya me dirán qué les parece. “Nuestra sociedad occidental contemporánea (...), ayuda cada vez menos a la salud mental y tiende a socavar la seguridad interior, la felicidad, la razón y la capacidad para el amor del individuo; tiende a convertirlo en un autómata que paga su frustración como ser humano con trastornos mentales crecientes y una desesperación que se oculta bajo un frenético afán de trabajo y supuestos placeres”. Para no pocos dio en el corazón de la diana.
un cuarto de siglo Porque fue una tarde de celebraciones, y uno no tiene vocación de vinagre, no se lo pregunté a Norberto Mascaró, director médico del Área extrahospitalaria de Avances Médicos, S. A. (AMSA), centro de Grupo IMQ, o al jefe clínico del mismo, Claudio Maruottolo, pero me temo que Aldous gastaba algo de razón. Pero ayer no era el día, por mucho que AMSA lleve 25 años especializándose en el abordaje de los trastornos psiquiátricos y psicológicos más resistentes y sea, por tanto, una voz autorizada. Ayer la noticia fue la inauguración de sus nuevas instalaciones en la calle Heros, donde se habilita un nuevo hospital de día que dará servicio a 300 pacientes al año para darle al centro el aire definitivo de un gabinete del siglo XXI.
A la inauguración del centro no faltaron el presidente de Grupo IMQ, Pedro Ensunza; su director general, Miguel Ángel Lujua; el director gerente de AMSA, Koldo Gutiérrez; Javier Aguirregabiria, Iñaki Eguiluz, Txema Galletero, Jorge Caramés, Isidoro Beltrán, Nerea Eguía, Mercedes Bayón, Jesús Dalmau, Jorge Díez; Nicolás Guerra, director general de las clínicas de Grupo IMQ; Andrés Mascaró, Begoña Fox, Silvia Llorens, Carmen Gómez, Mónica Landolfi y Carmen García, entre otros. A todos ellos les recibieron, además de los anfitriones mayores, por decirlo de algún modo, Ainhoa Eguiluz, Itxaso Orbieta e Iratxe Peciño, quienes serán la primera imagen del centro, una vez abierta la puerta. Tampoco faltaron Ángela Grande, José Luis Martín, Arantza Olabe, Andrea Ruiz de Eguino, Manuel Hidalgo, Leire Erkoreka, Iñaki Revuelta, en nombre de Docor Comunicación; Ángel Segura y una legión de vigilantes de nuestra salud mental, tantas veces en el alambre.