barakaldo - Este pasado domingo cerraba sus puertas al público uno de los pubs más antiguos de Barakaldo, el Pub Lasesarre. Abierto en 1953 como Bar Lasesarre y reacondicionado como pub en 1979, este local fue durante muchos años el templo del ambiente bohemio y discotequero por excelencia en los años 80 y 90 del pasado siglo en Barakaldo y Ezkerraldea. Por su barra y su reservado se dejaban ver artistas como Paloma San Basilio, el Dúo Dinámico o unos jovenzuelos Los Diablos que, después de actuar en la veterana sala de fiestas Anaconda no dudaban en acercarse a la casa de Tomás Angulo a disfrutar de una copa en un ambiente tranquilo que, a pesar de los años, aún se sentía entre estas cuatro paredes. Incluso el aguerrido grupo Oskorri, se dejó ver no hace tanto en una celebración musical que el grupo euskaldun protagonizó en Barakaldo.

Sin embargo, la llegada a la edad de la jubilación de su actual titular, Tomás Angulo Rivas, unido a la falta de relevo generacional ha llevado a este alavés del valle de Valdegovia -llegado a Barakaldo en 1954, un año después que su padre-, a cerrar el negocio familiar. “Sí que da un poco de pena, ya que yo he estado aquí detrás de la barra en solitario desde 1973, toda una vida si le sumas el tiempo que estuve con mi padre, pero a mi mujer nunca le ha gustado el bar, y mis 3 hijos tienen otros caminos, así que no queda otra que cerrarlo”, señala Tomás Angulo, quien aún recuerda con cariño los tiempos en los que era un bar.

“Mi padre, que era labrador, y su hermano vendieron los terrenos que tenían en Villanañez -cerca de Espejo- en el valle de Valdegovía y con ese dinero compraron el bar, la lonja aledaña, en la que aún funciona la carnicería, y el piso de encima del bar”.

Tomás, el pequeño de cuatro hermanos, recuerda bien el frenesí del comedor que instalaron en la parte baja del bar. “Aquí solo había menú del día”, remarca este emprendedor, quien en los años 70, tras llevar a cabo un estudio de mercado, apostó por reconvertir el bar tradicional en un pub de estilo inglés con suelo decorado con moqueta. “Aquí hemos estado trabajando hasta tres camareros, ya que en la planta baja teníamos otra barra para la gente que iba al reservado”, reseña Tomás, quien desvela que en los primeros años tras su reconversión en pub la “gente lo conocía como el rojo, por el color de la entrada que era roja y negra y la decoración interior negra y roja”.

En todos estos años, Tomás ha vivido cantidad de anécdotas y episodios más o menos comprometidos. Reacio a contar sucesos con nombre y apellidos -su discreción siempre ha sido marca de la casa- Tomás relata que en una ocasión tuvo que llamar la atención a un grupo de prostitutas que solían ir al pub. “La verdad es que eran mujeres encantadoras pero tal vez un poco desinhibidas para aquella sociedad y ello llevaba a que la gente empezará a extender la idea de que el pub era poco más o menos que un prostíbulo. Ni que decir tiene que tuve que tomar cartas en el asunto para que un comportamiento puntual no trastocara la imagen del local”, apunta este padre de familia, al que la pronta jubilación le permitirá disfrutar de su familia y su hobby.

“Soy muy aficionado a la filatelia y la numismática y tengo una colección a la que ahora podré dedicar más tiempo”, señala este hombre tranquilo que ahora también podrá alargar su paseos diarios con los que trata de combatir algún problemilla de salud.