Galdakao - El campo de Santa Bárbara ha visto mucho más que fútbol a lo largo del último siglo. Estas instalaciones han sido el mejor testigo de la evolución del Club Deportivo Galdakao, un equipo que nació en pleno apogeo industrial, fue lastrado por la dictadura y hoy representa a un municipio muy diferente del que le vio nacer. El libro CD Galdakao Cien años de Historia/ Mende bete historia recoge la historia del club dinamitero, por el que pasaron jugadores como Iraragorri o Villar, y que llegó a recibir al equipo más potente de finales de los 40.

El periodista Juan Luis Ibarretxe ha sido el encargado de escribir un relato histórico plagado de anécdotas elocuentes de cómo ha evolucionado el fútbol y la propia sociedad. Fiel aficionado de este club desde que su padre le llevó con 5 años a Santa Bárbara, Ibarretxe ha tenido que bucear en la hemeroteca, rescatar numerosos documentos y entrevistarse con exfutbolistas y directivos para recuperar una historia con mucha miga. El propio inicio del club no estaba demasiado claro. “El fútbol llegó a Galdakao después de que estudiantes de Artes y Oficios y Capataces de Minas vieran jugar a fútbol en la Campa de los Ingleses de Bilbao a marinos británicos y jóvenes vizcainos. El campo de Santa Bárbara se construyó en 1914, y un partido entre el Menditarra y el Santa Bárbara aquel año sirvió como bautismo del club. El Menditarra fue el germen del Elexalde, que nacería con los mismos jugadores”, indica. Elexalde es, precisamente, el nombre original del CD Galdakao hasta que, tras la Guerra Civil, la dictadura franquista le obligó a denominarse Galdácano.

Aquel primer equipo previo a la contienda estaba estrechamente vinculado a la empresa La Dinamita, y la mayoría de futbolistas trabajaban allí. Era un equipo aguerrido y humilde, como se puede apreciar en la primera fotografía del club. “Quienes lean el libro sabrán por qué en esa imagen se ve a dos futbolistas con una bota en su pierna buena y una alpargata en la otra”, indica Ibarretxe.

Eran tiempos de un fútbol muy diferente, lleno de ilusión y muy poco profesionalizado. “Algún jugador se llegó a tirar al río para cruzar a nado y llegar a tiempo al campo”, añade. En aquellos primeros años comenzaría a despuntar uno de los mitos del club: José Iraragorri. El chato de Galdakao marcó una época en los años 30, formó parte de la selección de Euzkadi que dio la vuelta al mundo, y en el exilio jugó en el San Lorenzo de Almagro y el Nueva España mexicano.

En el club argentino jugó otro histórico del CD Galdakao, como Ángel Zubieta, que en 1947 trajo al San Lorenzo a Santa Bárbara: “Era como si hoy viniese el Barça, era el equipo más potente de la época”. Fue uno de los hitos de la historia del club junto al Campeonato de España de Aficionados (1957) o las promociones de ascenso a Segunda. Su mayor patrimonio, no obstante, han sido las personas que en un siglo han pasado por el club, una lista en la que figuran personas tan dispares como el olímpico de jabalina Perico Apellaniz, futbolistas con títulos a sus espaldas como Villar y Víctor Díez, o tipos como el utillero Pelikan, con su propio capítulo en el libro.