‘Jontxu’: “Areatza era un lugar de veraneantes con dinero”
Areatza - Jon Gutiérrez nació en Areatza hace 81 años. Este antiguo marino ha pasado parte de su vida entre su pueblo y el resto del mundo, pero siempre volvía al que ha considerado su hogar a pesar de la distancia que le separaba de su casa. Conocido, además de por la tienda de abarcas de su familia, por arreglar todo tipo de aparatos eléctricos o por colocar los sistemas de luces de las fiestas o del antiguo convento de monjas, Gutiérrez repasa la historia y vivencias de un Areatza que sigue teniendo el alma de aquel Villaro que encandiló a “los veraneantes de Bizkaia”, que acudían a sus aguas termales. Un adelantado a su época que compró, gracias a la venta de unos cangrejos, uno de los primeros reproductores de cine del pueblo, para proyectar las películas en el portal de su casa.
¿Qué recuerdos guarda del Areatza de su niñez?
-Como en todo, guardo buenos y malos recuerdos. El pueblo siempre ha sido muy bonito, las calles eran empedradas. Las casas o los caseríos tenían la misma estructura que las de hoy en día. Era un pueblo con mucho comercio, destacaba por eso. De mayor fui a estudiar a Madrid la carrera de telegrafista.
Sería usted uno de los pocos que por aquel entonces estudió una carrera.
-La verdad es que sí. Aunque no recuerdo por qué, pero me hice marino, un trabajo que me ha llevado a conocer la mayoría de países del mundo. Sin embargo, siempre volvía a mi pueblo. Este lugar es especial.
¿Echaba de menos Areatza?
-Siempre. Volvía y lo primero que hacía era ir a la tienda de mi aita a ayudarle con lo que fuera. Mi aitite hacía abarcas y después empezamos a vender un poco de todo. Además, mucha gente me llamaba para que le arreglase la radio, las luces o cosas de ese estilo. En casa a veces me dicen El Chispas, aunque mi apodo es Jontxu.
Le gustaba ayudar a la gente del pueblo.
-Ayudaba, pero algo solía cobrarles no te creas. De joven también acudía al convento para arreglarles las luces. Como eran de clausura, recuerdo a la superiora tocando una campana para avisar a las demás monjas de que había entrado alguien de fuera. Yo a veces le metía algo para que no sonase. ¡Menudas broncas me echaban! Ahora ya no hay ni monjas ni frailes, pero antes estaban muy presente.
Estudió también en Bilbao.
-Sí, y mucho. Aun recuerdo los viajes en el antiguo tranvía. Me pasaba medio día en el tren; dos horas para ir y dos para volver, y eso cuando iba bien, porque al ser tan viejo solía fallar cada dos por tres. ¡Qué odiseas!
¿Ha cambiado mucho Areatza?
-Ha cambiado mucho pero sigue manteniendo esa esencia de pueblo. Hay menos comercio. Recuerdo que antes Areatza era un pueblo muy vivo en ese aspecto. Venían de todo Arratia a comprar. Había una notaría y fue el primer pueblo de Arratia en el que hubo banco. Hoy en día sigue habiendo tiendas, pero no es lo mismo. Ahora es un pueblo muy vivo, pero porque creo que somos muy animados.
¿Hay ambiente entonces?
-Sí, es un ambiente diferente. Sin embargo, hay una proporción de niños muy positiva, no es un pueblo fantasma ni mucho menos.
¿Y cómo era el de antes?
-Primaba mucho el balneario, que ahora es un hotel. Recuerdo que Areatza era un lugar de veraneantes con dinero de Neguri y Bilbao, sobre todo. Venía hasta un médico oficial desde Madrid para los meses en los que abría. Llamábamos a esa gente los veraneantes. Había sitios donde alojarse de categoría.
Tendría fama por el valle.
-En el resto de Arratia se nos decía fracasuris, porque decían que éramos muy de aparentar y había mucha chulería. Como venía gente de dinero y elegante, parece que se contagiaba ese nivel. Era diferente, en aquella época las mujeres apenas salían de casa, pero en Areatza, sí lo hacían. Al ver a las veraneantes en las terrazas con las sombrillas, la gente de aquí se animaba.
Tiene nostalgia de aquel pueblo.
-Sí y no. Sinceramente me quedo con el de ahora, pero siempre guardas recuerdos buenos. Aunque sin duda el de hoy es un Areatza vivo y está precioso.
Usted ha sido hombre de mar y aquí tiene río.
-El río me trae recuerdos de crío. Una vez cogí 800 cangrejos y se los vendí a un hombre. Con lo que me pagó, compré un reproductor de cine y ponía películas en el portal de casa, a cinco céntimos el pase.
Era un lugar estratégico para el comercio.
-Mi abuelo me contaba que pasaban muchas diligencias. Donde está el batzoki había una casa y una cuadra en la que se hacían herraduras y todo tipo de herramientas para el ganado.
¿En que más ha cambiado la villa?
-Los bailes de los domingos, que no se han recuperado. También el papel de la religión. Aquí antes hasta para ir a trabajar había que pedir un informe al cura. En cuanto al turismo, está muy bien organizado, pero ha cambiado. Es un lugar con mucho potencial turístico. Hay que aprovecharlo.
¿Tiene un lugar predilecto?
-El paseo de Karpo. Voy mucho a andar por allí y me relaja, me da vida.
¿Qué es lo mejor que tiene Areatza?
-Creo que su gente. Somos abiertos y hospitalarios. No se cumplen los tópicos de vascos en este pueblo. Además ofrece mucha tranquilidad y aire puro, que falta hace.
Exmarino y excomerciante de areatza
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