Amorebieta - Desde el pasado viernes por la tarde y hasta mañana, el municipio de Amorebieta se ha trasladado al Japón de los años 90 para contagiarse de las risas de un programa que causó furor durante los fines de semana en los que se emitía. Y es que, dentro de la programación del Festival Mangamore de este año, se han organizado varias de las pruebas del mítico concurso Humor Amarillo para comprobar las habilidades de los más atrevidos. Concretamente, dos son los retos a los que pueden enfrentarse los congregados y tienen que ver con plataformas móviles y los famosos rodillos. Desde el inicio del festival, las divertidas pruebas se han convertido en uno de los grandes entretenimientos del municipio. “Cómo se lo pasan y cómo nos lo pasamos. Tengo muy claro que si tendría treinta años menos ninguno de los circuitos se me resistiría”, explicó ayer entre risas José Ramón, jubilado del municipio, mientras presenciaba el transcurrir de las pruebas.
Con un total de seis zonas repartidas por toda la localidad, la del parque Zelaieta fue la elegida para acoger las pruebas del mítico programa nipón y la expectación era máxima. Como suele ocurrir en estos casos, los más jóvenes guardaban ansiosos la cola para intentar salvar los diferentes obstáculos del circuito. “Espero hacerlo bien porque es más difícil de lo que parece”, explicaba Aitor, joven zornotzarra que recibía consejos de su cuadrilla.
La primera de las pruebas consiste en aguantar sobre la plataforma mientras los participantes deben esquivar los obstáculos que iban aumentando de velocidad. El último en quedar de pie, se proclama ganador. “Lo difícil es cuando coge velocidad y tienes que moverte rápido para evitar los golpes”, explicó Iker Arrieta, joven zornotzarra que se salió victorioso en su tanda.
El segundo de los circuitos corresponde a los famosos rodillos y la dificultad va en aumento a medida que se consigue burlar alguno de los cilindros. La mayoría de los valientes ayer caían antes de completar el recorrido. “Esto es imposible”, exclamó Gorka tras la cuarta intentona que trajo las carcajadas del público, la mayoría padres, que presenciaba las pruebas.
A lo largo de la mañana de ayer, fueron muchas las personas que se animaron a completar las pruebas. Vecinos del municipio, visitantes llegados de todo el territorio y hasta de fuera de las fronteras vizcainas, quisieron ser protagonista de Humor Amarillo. Aunque la mayoría que se atrevía eran jóvenes en edad escolar, también hubo alguno más maduro que animó las plataformas. “Rozo los cincuenta años y estoy como un chaval. Como se les ocurra montar un Humor Amarillo en Euskadi?”, bromeó Aitor en presencia de su hijo.
Al margen de las pruebas del programa de los 90, como viene siendo habitual, el centro Zelaieta y el parque se convirtieron en punto de quedada para muchas cuadrillas que se acercaron al municipio para tomar parte en la amplia programación organizada. Desde Mutenroshi, Dortoka maisua en Dragoi Bola, hasta gente que se animó a crear sus propios personajes y disfraces. En este sentido, algunas cuadrillas han marcado la cita zornotzarra como una parada obligatoria en el calendario. “Somos de diferentes puntos de Bilbao y todos los años venimos a ver el ambiente y participar en las actividades”, apuntó Andrea, vecina de Santutxu, en compañía de sus amigos.
Del resto de actividades de la jornada destacó la disputa del primer campeonato de quidditch, el nombre de un deporte ficticio practicado por personajes del mundo mágico en la serie de novelas de Harry Potter. La característica principal es que se juega volando sobre escobas mágicas. “Hacemos lo mismo que en las películas, pero sin escoba. No es japonés, pero nos pareció interesante la propuesta que nos hicieron diferentes equipos para organizarlo”, apuntó David Murillo, director de la Oficina Juvenil de la localidad.
Así, media docena de equipos vizcaínos, alaveses, catalanes, madrileños y franceses se dieron cita en el campo de fútbol de Larrea para disputar diferentes partidos. “Me parece muy curioso este deporte y poco a poco me estoy enterando de lo que hay que hacer”, explicó un joven llegado desde Santander que decidió pasar el fin de semana con varios amigos en la zona de acampada de Larrea.