Mundaka - Amenazaba con chafar las expectativas de los organizadores. Pero la lluvia que cayó en algunos momentos no pudo con Mundaka Festival en una segunda jornada en la que la música dio paso a la gastronomía y el surf en un evento que consiguió destapar el tarro de las esencias de Urdaibai. También tuvo que soportar sin complicaciones a las miles de personas que se acercaron hasta la localidad costera. Con mayor tirón que el día de arranque -especialmente por un cartel musical en el que Loquillo brilló con luz propia-, el evento se llenó de visitantes antes de que hoy eche el cierre a su primera edición.

A pesar de la plomiza mañana con la que Mundaka se despertó, la zona de la Talaia comenzó a congregar a un nutrido público. La feria acogió a una docena de productores de la zona, un puesto de Euskal Okela que no paró de despachar pintxos durante horas y talleres gastronómicos de elaboración de talos para los niños. Estos fueron, de hecho, los principales reclamos , aunque no los únicos. Las diversas actividades organizadas como las catas de los txakolis de Urdaibai a cargo del sumiller Jon Andoni Rementeria o el de vermut, con Noelia Serna y Eneko Ordorika consiguieron atraer a un público que paladeó la gastronomía local. De hecho, no hubo plazas para poder tomar parte en ambas actividades, en las que una treintena de personas por cada turno pudo degustar los mejores caldos de la Reserva de la Biosfera, bodega a bodega, además de conocer los secretos del aperitivo.

De forma paralela, la surfer profesional Ariane Ochoa ofreció un clinic que hizo las delicias de los practicantes más jóvenes, aliándose con la ola de talla mundial de la que hace gala Mundaka. Así no resultó extraño que, a pesar de que la Talaia no lucía su mejor aspecto a primeras horas de la mañana, la estampa fuera bien diferente a partir del mediodía.

El maridaje de gastronomía, surf y música por el que abogan desde Mundaka Festival cumplió a la perfección. Funcionó como un reloj suizo, especialmente en lo referente a las infraestructuras y la seguridad de un entorno festivalero que fue suficiente para absorber a las miles de personas congregadas en una Mundaka que ya de por sí suele estar saturada en plena época veraniega. Fue, quizás, la única nota negativa; ya que moverse en coche o aparcar fue casi misión imposible durante toda la jornada.

Paddle surf El interés pasó por la tarde a la zona de conciertos de Santa Catalina, si bien también hubo ocasión de iniciarse en el stand up paddle surf de la mano del club local en un evento que ha tejido complicidades con los agentes locales para ser llevado a cabo. Corazón del evento desde el que se bombea la sangre del Mundaka Festival a toda la anteiglesia costera, el tirón de Loquillo se dejó sentir a las claras. Con una media de edad superior a la de la jornada de arranque -y más público, además de algo más de barro en algunos puntos de un entorno festivalero-, la apertura de puertas presuponía lo que horas después iba a suceder en la península: el recinto fue llenándose poco a poco con el paso de los conciertos de Mobydick, Sinnerdolls, Cactüs y los sorprendentes Dead Bronco. No obstante, la lluvia estuvo presente casi en todo momento aunque no aguó la fiesta. A la medianoche se alcanzó el climax con un Loquillo con poses de rock star y sabedor de que era el rey de la noche, para después dar paso al elegante blues de Travellin’ Brothers y Unclose, que cerraron el cartel. Entre medias de cada concierto, por su parte, DJ Nash puso ritmo a una zona surfing en la que se pudo descansar ante la vorágine musical que se vivió. La organización había vendido más entradas para la jornada de ayer y esa situación fue palpable a simple vista. Aún así, los servicios instalados en el recinto -abundó la comida y la bebida, si bien existen algunos aspectos a mejorar- fueron suficientes para albergar al gentío reunido. Y lo que es más importante, no hubo que lamentar incidente alguno. El plan de seguridad ideado se cumplió a rajatabla hasta las 03.00 horas, cuando dejó de sonar la música y Santa Catalina volvió a la tranquilidad.