Ha sido ondeada en lugares como la estación espacial MIR, el Museo Central de Moscú o el Polo Norte. Y tiene un contundente mensaje que ahora también resonará desde Gernika-Lumo, que ayer izó la bandera de la paz cultural de Nicolas K. Roerich debido a su proyección mundial como ciudad que, pese a ser arrasada hace 78 años, actualmente es ejemplo de concordia. La enseña fue ayer recogida en el Museo de la Paz por los responsables municipales, junto a un centenar de menores de los centros escolares de la localidad foral.
Símbolo de paz creado por Roerich, como enseña para la unidad e integración entre las diversas culturas, con el fin de preservar el patrimonio humano, la villa vuelve a ser reconocida de esta forma como ejemplo en el plano internacional. Entregada por el representante del Centro-Museo Internacional de los Roerich en Moscú, Vladimir Pupyshev, el presidente de ADA y del Roerich Etxea de Bedia, Leonardo Olazabal, las autoridades agradecieron el gesto. Lo hizo el alcalde, José María Gorroño, que evidenció el legado de Roerich -pintor, explorador, escritor, arqueólogo, abogado, filósofo y humanista que siempre creyó en la bondad del ser humano- ya que “apela a que las personas abracen la cultura de la convivencia en paz de todas las personas”.
Es un símbolo presente “en diferentes culturas desde hace más de 9.000 años”. Consta de tres esferas que representan la diversidad, el arte y la ciencia insertadas en un círculo de color rojo sobre un fondo blanco. Pupyshev, por su parte, reconoció el “eco internacional de una masacre como la que su pueblo sufrió”, si bien supo “renacer de sus cenizas”. “Lamentablemente, no fue el último”, terció, para poner como ejemplo que las guerras se siguen sucediendo en la actualidad. Es el caso de Yemen.
Firmado en 1935 en Washington, el denominado Pacto Roerich fue suscrito por representantes de 21 gobiernos de toda América. Hoy en día alcanza a más de un centenar de países que velan por un objetivo: tratar de proteger el patrimonio cultural, los monumentos históricos y todas la instituciones artísticas y científicas, tanto en caso de conflicto armado como en tiempos de paz. No en vano, son la herencia de las generaciones futuras. En lo que respecta al caso gernikarra, que sufrió las bombas de la aviación nazi y la fascista italiana en 1937, algunos de sus emblemas consiguieron salir indemnes del bombardeo, si bien hubo que reconstruir el 70% de sus edificios.