Joan Baez regresó ayer a Bilbao con la misma vitalidad de siempre
HOY, como entonces, no faltan razones para la protesta. En realidad, nunca han faltado. Lo que fue, es y será menos común es que una voz se alce para gritarlo a los cuatro vientos. O mejor decirlo, para cantarlo. Ayer, cuando Joan Báez aún hacía guardia en los camerinos del Palacio Euskalduna, una voz susurró a mi espalda: “Es el concierto de la nostalgia”, dijo. Unos metros más allá, otra voz tarareaba, lalalá, aquello de “al preso numero nueve ya lo van a confesar...” En efecto, era la tarde de la nostalgia.
No por nada le llamaron la reina de la canción protesta a la cantautora de Staten Island (Nueva York). Cuenta su biografía que es hija del físico Albert Baez, coinventor del microscopio de rayos X. Su padre rechazó trabajar por convicciones personales en el desarrollo de la bomba atómica en el Proyecto Manhattan y más tarde rechazó trabajar en lucrativos puestos en la industria armamentística, hecho que influyó en la joven Joan, así como la conversión de su familia al culto cuáquero durante su niñez.
No era ayer una niña la que saltó al escenario sino una mujer de pelo cano y resueltos ademanes, con un fular rojo al cuello, una guitarra en bandolera y una mala noticia que dar: traía la voz a mediohacer, un punto rota. “Sonará más baja, más suave, más íntima”, advirtió a un auditorio en el que se encontraban varios de quienes le escucharon hace 16 años, en aquel concierto en Bilbao en el que cantó el Txoria Txori de Mikel Laboa que luego se editó en un disco suyo como canción... ¡en catalán!
Lo cierto es que tras el “¡Gabon!” de rigor, Joan no cantó mal. Al menos no para la inmensa mayoría de los presentes (no diré que todos porque en un recital así no cabe descartar alguna protesta: es una cuestión de sangre...), entre quienes se encontraban Juan Mari Aburto, acompañado por Arantza Díez; Toño Aiz, César González de Heredia, María José Arrieta, Juan Idigoras, Natxo de Felipe, la ilustradora de cómics Raisa Álava, Pilar Fernández, Lourdes Robina, María Eugenia Álava, Cristina Fernández, José María Alonso, quien se sabía de memoria no menos de media docena de aquellas canciones de puño prieto, María Ángeles Izagirre y toda una legión de almas rebeldes.
uno del athletic Entre ellos, hubo uno del Athletic, al menos uno. Así el poeta Juan Gerekiz asistió al recital con la rojiblanca. No era previsible un gesto así en un hombre que alimenta espíritus y no pasiones a ras de césped. Tampoco faltaron Julia Diéguez, Xabier Agirre, Jon Egizabal, Begoña Palacio, Begoña Sáenz, Lourdes Arinaga, Iñaki Zabala, María José Ugarte, Patxi Zudaire, quien recordaba que cuando la oyó luchar en contra de la guerra de Vietnam él se llamaba Francisco; Janire Blázquez, Julián Garay, Carlos Aparicio, Javier Rebollo, Roberto Lertxundi, Olga Míguez, José Luis Urizar, Amaia Múgica y así hasta completar un aforo de gente comprometida, de gente en pie.