Bilbao - Emaús es toda una referencia en la inserción laboral de colectivos desfavorecidos. Desde hace décadas, su trabajo para facilitar la entrada al mercado de trabajo de personas en riesgo de exclusión a través de proyectos ambientales -sobre todo ligados al reciclaje- ha sido incansable. Pero también innovan: identifican necesidades que cubrir dando trabajo a las personas a las que atienden. “Innovamos por necesidad: el colectivo con el que trabajamos tiene poca formación así que hay que buscar más para encontrarles una salida laboral”, explica su director en Bilbao, José Gómez.

El objetivo de la fundación es clara desde sus orígenes: generar oportunidades de empleo para personas en exclusión social. Ofrecen diferentes servicios para administraciones públicas, como por ejemplo realizando la recogida de enseres y muebles. Pero tienen claro que, al igual que cualquier otra empresa al uso, el futuro pasa por innovar, por buscar nuevas soluciones a necesidades que surjan en la sociedad.

“En nuestro caso, innovamos identificando nuevas necesidades a las que dar respuesta, siempre bajo la perspectiva social de generar empleo para los colectivos en situación de vulnerabilidad”, explica su director en Bilbao, José Gómez. Ejemplo de un proyecto de innovación social es el proyecto Aparka, que ya tienen instalado en el campus de Leioa de la UPV y está despertando el interés en muchos países de Europa. Su origen fue sencillo. Emaús lleva tiempo gestionando servicios de préstamos de bicicletas para diferentes administraciones pero en todos los casos se encontraban con un problema: las bicicletas nunca estaban estacionadas de forma segura y quedaban a la intemperie, los sistemas se deterioraban a causa del vandalismo y no permitían que un usuario privado los utilizara para estacionar la suya. Colaboraron con una empresa privada de ingeniería -“algo que no es habitual en el caso de un entidad social sin ánimo de lucro como nosotros”- y dieron con la solución: un módulo que permite guardar cada bicicleta en un espacio propio cerrado y protegido de posibles robos y de las inclemencias meteorológicas. A falta de financiación propia, recurriendo a la BBK para que les hiciera una aportación de capital riesgo.

En este momento están pensando en su internacionalización, algo que, reconocen, “nunca nos había pasado por la cabeza. Hemos tenido demandas de diferentes países para implantar el sistema en varias ciudades como Berlín o Helsinki”, explica Gómez. - A. Atxutegi