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Txema Loroño coge las riendas del batzoki de Las Arenas

Txema Loroño coge las riendas del batzoki de Las Arenas

SIN renunciar A su estilo propio, el batzoki de Ondarreta. también conocido como el batzoki de Las Arenas, tiene un nosequé. No hay más que verlo: un caserío de antaño, con su arquitectura clásica, su jardín con parras, su voz inconfundible y, sin embargo, con un aire nuevo. El batzoki ha sido testigo y parte de la historia de Las Arenas. No en vano, ayer, en sus jardines, hubo quien recordaba que Joaquin de Gamboa y Aurrecoechea, hizo la solicitud del frontón de Las Arenas por encargo del Euzko Ba-tzokija de Las Arenas que instaló su sede en los antiguos salones del Café el Abra. Otra voz replicante recordaba, a su vez, que la aviación alemana derribó el anterior batzoki. Y así se fueron evocando los viejos tiempos....

Hoy ha tomado las riendas del ba-tzoki Txema Loroño, un hostelero de raza en Las Arenas. No por nada, ha ganado buena fama en un restaurante de nombre en la zona, La Reja, donde se ha abierto paso entre la parroquia. Tanto que, según confiesa, el local se le quedó pequeño, como un par de tallas menos en el zapato. Esa necesidad le ha empujado a hacerse con el traspaso del batzoki. Ayer lo celebró con una reapertura popular. Lo hizo con un mensaje rotundo: la tradición en la cocina se mantiene en pie. Rabo, carrilleras, bacalao, morros, patas, pollo al chilindrón, alubias rojas y toda esa cocina de toda la vida que aún encandila a los hombres y mujeres de hoy en día.

La celebración contó con la presencia de Erromoko Kantaria, un otxote largo -no se han contado jamás, pero estiman que pasan de veinte...-, con la mano directora de Moisés Egaña. Junto a él aclararon voces como las de Juantxu Rodríguez, Alfredo Ruiz, Javi Larrakoetxea,Pedro Mardaras, Txiki Larrazabal, Txus Diarze o Rafa Etxabe, entre otros. El personal agradeció ese mecerse entre sus voces que se escuchaban en todo el barrio y que anunciaban, ya dije, el aterrizaje de Txema junto a su compañera de viaje, Itziar Landea Larragan. Garbiñe Zarraga, en la barra, multiplicaba sus brazos por mil para dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Tenía una profesión bíblica.

Fue una tarde, ya digo, entretenida. En la puerta del local recibía a los invitados una fabulosa fotografía en blanco y negro de una eguzkilore. No sé si los asistentes repararon en ella o en las macetas de flores en carne viva que alegraban el jardín. Debiéramos preguntarles a los presentes, desde Jon Ortuondo a Sonia Beraza, pasando por Amaia Zabalza, Lourdes Moreiro, María Sasieta, Rafael Sarria, Joseba Igartua, Edurne Larrinaga, Gotzon Larzabal, Raquel Álvarez, Zorione Libano, Avelino Álvarez, Alba Corral, José Ángel Arnaiz, Amaia Gamboa, Joseba Bengoetxea, Itxaso Zarate, José María Olaizola; el presidente del batzoki, Jose Mari Cirarda; Javier de Miguel, Jone Larrinaga, Julián Ortuzar, Izaskun Marañón, Mari Carmen Ezkurra, Aitor Basagoiti, María José Idigoras, Yolanda Martínez, María Jesús Etxebarria, Mari Carmen Orueta, José Luis Azkarate, Jon Ugarte y así tantos y tantos que desfilaron por los jardines o al pie de una barra poblada de suculencias que volaron a una velocidad supersónica. Hay gente que a esto va con hambre de siete días.