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Los funerales cantados por un euskaldun fededun

El polifacético Asier Muniategi lleva 37 años poniendo voz y música a la misa mayor de su pueblo, Gautegiz Arteaga

Los funerales cantados por un euskaldun fededunDavid de Haro

HACE años, tras escucharle cantar y tocar el órgano a Asier Muniategi en un funeral en la iglesia de Gautegiz Arteaga, un joven se le acercó y le dijo: "Morirse es una putada, pero de morirse hay que hacerlo aquí, en Gautegiz Arteaga". De esa forma quería agradecerle y reconocer el arte, la belleza y el sentimiento que había puesto este polifacético periodista vizcaino en sus interpretaciones musicales. Como en todos los funerales en los que "actúa", los asistentes acabaron emocionados y derramando más de una lágrima. Hasta el mismo Asier confiesa que "cuando canto, lloro". Y así, amenizando con un "repertorio libre" las misas y funerales de su pueblo, lleva 37 años. Lo hace "gratis et amore" porque le encanta la música y "llegar a la sensibilidad de las personas".

Asier Muniategi siempre se ha considerado un "buen comunicador". Quizá por eso se decantó por estudiar Periodismo tras fracasar en Derecho. Así que, tras finalizar la carrera, comenzó a hacer sus pinitos en las ondas. "Yo soy hombre de radio", reconoce. Se puso ante los micrófonos de Herri Irratia (Radio Popular) y ahí sigue muchos años después. Primero fue con un programa en euskera titulado Gabon, gabon y actualmente colabora con El encantador de palabras, un programa dedicado al mundo del libro y la cultura. Pero sus dotes de comunicador despuntaron muchos años atrás, cuando era tan solo un niño que estudiaba en el seminario de Derio. Allí se inició a tocar el órgano, aunque reconoce que "no tenía ni idea". Pero como era un chaval "espabilado", enseguida se familiarizó con el instrumento. De algo le valieron las clases de piano que había recibido del cura de Ibarrangelu y de "la señorita María Dominga". La música formó parte de la vida de Asier desde muy pequeño. "Con cuatro años empecé solfeo, txistu y tamboril", dice. Y con esa base musical se lanzó, llegada la juventud, a colarse como cantante novel en los festivales de música de final de los años setenta en los que las figuras eran los componentes de Ez dok amairu. "Con la muerte de Patxi (Franco), los malos nos quedamos fuera", recuerda. Así que montó un grupo de música moderna llamado Aker Deunak. "Éramos cuatro amigos del pueblo, pero fue una experiencia increíble", afirma. De ahí le llamaron para formar parte del grupo Jokaldi, de Arratia. "Hacíamos más de cien verbenas en verano y cantábamos rancheras en euskera", recuerda con nostalgia.

Misas Pero la época de las actuaciones estivales fue decayendo. Ley de vida. La edad no perdona. Sin embargo, la casualidad hizo que le saliera una oportunidad para seguir explotando su vena musical. Tras la muerte de Ángeles, la mujer que tocaba el armoniun en la iglesia de Gautegiz Arteaga, le dijeron a Asier a ver si él podía coger el testigo. No pudo negarse. Empezó a tocar y ahí sigue, 37 años después, fiel a la cita de los domingos por la mañana en la misa de doce. "Lo hago porque me gusta la música y porque creo que debo hacer un servicio al pueblo". Eso sí, lo hace a su manera. "Como a mí me gusta innovar", dice, empezó a salirse del guion musical clásico de las misas. "Al ser un seguidor de Xabier Lete, Benito Lertxundi y Mikel Laboa, entre otros, fui metiendo sus canciones en el repertorio", recuerda. Algo que a los fieles les chocó en un principio, pero que luego le han agradecido. Tanto es así, que muchos paisanos suelen comentar que "en Gautegiz Arteaga no hay misa si falta el cura o Asier".

Funerales Y puestos a innovar, también trasladó sus ideas musicales y poéticas a los funerales. "En estos casos lo que hago es cantarle un verso al fallecido, una especie de panegírico, y es algo que llega mucho a la gente", cuenta por experiencia. Para ello se documenta bien. Así que el día del funeral acaba tocando "la fibra sensible" de los asistentes "y terminan todos llorando", dice. Sus cantos y músicas no solo se limitan a los funerales en Gautegiz Arteaga, también se desplaza a otra iglesias cuando se lo pide algún familiar o un amigo. Así que, de vez en cuando, se desplaza con todo el instrumental al pueblo más recóndito de Bizkaia. "Soy un hombre orquesta", asegura, riéndose.

Su especialidad interpretativa en los funerales son el Izarre hautsa, de Laboa; Loretxoa, de Lertxundi o el Agur Maria, de Estitxu. Canta de todo, pero solo en euskera. Porque una de sus muchas inquietudes culturales que tiene es mantener vivo, aunque sea a través de la misas y funerales cantados, el idioma que habla y cultiva. Por eso Asier es un euskaldun fededun.