sON cerca de las 19.30 del jueves 3 de abril e Iker va a la ikastola. Es una hora atípica. El momento de ir a clase es cuando el sol ya luce en lo alto y esta vez está escondiéndose para que la luna le dé el relevo. Pronto caerá la noche. Iker no tiene en su mochila los libros de mate, inglés o historia, pero sí lleva algún otro, de esos que cuentan historias fantásticas, de los que envuelven en asombrosos misterios o de los que hacen protagonizar hazañas como superhéroes. Pero no hay estuche ni cuadernos en su petate; hay algo para cenar, el pijama, una linterna y un saco de dormir.
Iker es uno de los cerca de 250 alumnos de Betiko Ikastola que participó en la noche literaria que organizó el centro educativo: cuentacuentos, bertsos, música, entre otras actividades, y después lectura individual y a dormir en los pasillos del colegio. "La Federación de Ikastolas de Euskal Herria tiene en marcha el proyecto JUUL, con el que a lo largo del curso se promueven iniciativas para fomentar la lectura, la escritura de cuentos... Y para cerrar esta campaña, en Betiko Ikastola decidimos organizar algo especial", explica Irati Guarrotxena, una de las profesoras del centro de Leioa.
La lectura y la noche. Las letras y las sábanas. Las historias antes de los sueños. Los ojos que devoran páginas antes de cerrarse y dormir. Son combinaciones que tradicionalmente han ido siempre de la mano. Por eso, a la hora de impulsar una acción para animar a leer más a los estudiantes se pensó en una noche literaria, en la que se desarrollasen distintos eventos para pasarlo bien y en la que, finalmente, los niños y jóvenes se quedasen a dormir en la ikastola. "Una profesora que estuvo de vacaciones en Suiza se enteró de que allí hacían esta actividad y propuso que la pusiéramos nosotros en marcha", indica Irati. Así, Betiko Ikastola se ha convertido en el primer centro educativo vasco en realizar una noche literaria. Una cita que despertó el interés de numerosos alumnos, ya que se apuntaron casi 250 escolares, desde primero de Primaria, es decir, desde los 6 años, hasta cuarto de ESO, o sea, 16. Y con ellos, veinte docentes. "Era algo voluntario y nos hemos sorprendido de la cantidad de gente que participó. Hasta los de ESO han respondido muy bien. Pensábamos dormir todos en los pasillos, pero al final no entrábamos, así que algunos se fueron al interior de las aulas", describe Irati.
Ritmo y calma La noche empezó a las 19.30 horas, cuando comenzaron a llegar los estudiantes: ajetreo, emoción, interés, nervios... Media hora después arrancaron las actividades: cuentacuentos para las distintas edades, talleres de bertsos, charla de un grupo musical de Romo... A las 21.30 horas cenaron todos juntos esparcidos por los pasillos de la ikastola y a continuación, cada uno, con su linterna, se puso a leer el libro que había traído de casa. "Hubo quienes aguantaron más tiempo y otros a los que les vino el sueño antes", asegura Irati, entre risas. Pero para todos la experiencia fue satisfactoria. "Todos han quedado encantados. Les ha gustado mucho la idea. Además, ha sido una oportunidad de estar con los profesores en otro ambiente y en otra actitud diferente a la de las clases", considera Irati.
La noche literaria ha supuesto, por lo tanto, un paso más para conectar a los niños y jóvenes con la lectura. "Las nuevas tecnologías están quitando sitio a los libros", admite esta profesora. "Cuesta enganchar a aquellos a los que no les gusta leer", lamenta. Pero con iniciativas tan peculiares como esta se va destapando la magia de las letras.