HE ahí dos nombres cantarines: la Anonima Lombarda Fabbrica Automobili y la Società Anonima Nicola Romeo que cruzaron sus caminos en las primeras décadas del siglo XX para crear algo más que un coche, un sueño motorizado. Desde aquellos años 20, la firma ha vivido años turbulentos y otros felices, pero su sola mención era una puerta abierta hacia el lujo. Juan Manuel Fangio se impuso en 1951 en el recién estrenado Campeonato del Mundo de Fórmula 1 con un prototipo de la célebre escudería. Y entonces era el coche de las mil maravillas. No por nada, en su History of Alfa Romeo (1970) Peter Hull, decía del 6C-1750, uno de los clásicos que "los coches que son tan atractivos y excitantes como una mujer bonita suelen tener algún fallo. Pero en este caso, el Alfa 1750 es una excepción". O puede escucharse también a Henry Ford, el gran constructor americano cuando dijo que "al ver pasar un Alfa Romeo, me quito el sombrero".

Un descendiente de esta legendaria saga pisó ayer tierras vizcainas, más en concreto el concesionario Ibauto, allá en Vega de Galindo. Les hablo del Alfa Romeo 4C, un deportivo biplaza cupé de 240 caballos, un peso de 895 kilos, tracción trasera, mucha fibra de carbono y el aire de un galán de película de Visconti, un clásico para el siglo XXI. Si no vuela con ese peso será porque los ingenieros de la escudería han realizado un gran trabajo de equilibrios, pero quienes lo han probado hablan de la ligereza como su principal característica. Tal y como acostumbra a reseñar la casa italiana, el coche tiene más de manufactura que de industrialización, más mano de obra especializada encima que robótica. Está fabricado en la fábrica de Maserati, allá en Módena, y su apariencia es tal que debiera presentarse en estuche de terciopelo.

Ayer se supo, por ejemplo, que su precio de mercado comienza desde los 55.000 euros. De ahí hacia delante, aunque ni teniéndolos está fácil hacerse con el coche. Sólo se han fabricado 3.500 unidades y la lista de espera se sitúa ya en abril de 2015.

Blanco inmaculado De todo ello se hablaba en casa de Koldo Ibáñez, gerente del concesionario, donde se presentó un vehículo blanco inmaculado. Testigos de cuanto les cuento fueron José María Anderika, Inma Cuadrado, Izaskun Ibáñez, junto a Mikel Alcántara y los hijos de ambos, Beñat y Onintza Ibáñez, Inma Cuadrado, Javier Luna, Aitor Ibáñez, Miren Rivas, Socorro Martín, Aitor Ibáñez, Guillermo Miranda, de Autobolsa; Tomás Jauregi, José Félix Mendizabal, Maite Medina, matriarca de la casa; Jorge Ballesteros; Josu Molinos y Juan Ángel Martínez, en nombre de DEIA, y un buen número de amantes de la historia y el lujo enfundado sobre cuatro ruedas y una carrocería digna del Hollywood de los 50.