Benditos cuidados para el Árbol de Gernika
No se trata de un roble cualquiera, por eso el Árbol de Gernika recibe continuos cuidados para conservarlo en plenitud en la sagrada, aunque escasa, tierra en la que se erige, y ser así durante muchos años testigo del juramento de las autoridades
CON adoración y mucho mimo Kepa Txarterina examina el proceso de cicatrización de una de las raíces del Árbol de Gernika empleando una pequeña navaja. El ingeniero técnico de Basalan, la empresa que se encarga del cuidado del emblemático roble, ausculta su estado de salud, en un invierno en el que, como cada año, su principal labor se centra en airear y enriquecer el sagrado pero escaso suelo en el que se erige, auténtico talón de Aquiles de un ejemplar, el Árbol Foral, que recibe unos cuidados intensivos.
No en vano, el símbolo de las libertades vascas, bajo el que, desde al menos el siglo XIV, han jurado reyes, señores de Bizkaia y lehendakaris, crece en el marco incomparable de la Casa de Juntas, aunque la urbanización del entorno priva a sus raíces del espacio ideal para su crecimiento. "El encharcamiento es el mayor peligro que sufre. En cuanto haya dos o tres días sin lluvia habrá que airearlo, roturar el suelo, hacerle aportes de nitrógeno, fósforo y potasio?".
La orientación de Árbol, en una zona sombría, hace que la humedad sea excesiva en ocasiones. Eso les llevó a realizar una obra antes de instalar el actual Quercus Robur en 2005 para, además de sustituir la tierra contaminada y dotar al nuevo árbol de más espacio para su crecimiento, darle la caída apropiada al suelo y que esté continuamente drenado.
La importancia de la ubicación queda demostrada por el hecho de que el anterior Árbol, que fuera testigo del histórico juramento del lehendakari José Antonio Agirre, pereció en ese lugar con 146 años de vida mientras que un contemporáneo suyo, el príncipe, crece sano y fuerte, como el roble que es, en el lado sur del recinto foral; tras el templete, en un suelo más amplio y bendecido con más luz solar.
"Lo llamamos el príncipe porque estaba destinado a ser el sustituto del que se plantó en 1860, pero nunca llegó a 'reinar' en la Casa de Juntas", desvela Txarterina. Con cientos de retoños siendo debidamente cuidados -todos los árboles del recinto de la Casa de Juntas son descendientes del originario- y miles repartidos por el mundo, la razón que llevó a las autoridades a descartar al previsible sucesor y plantar el actual roble, aparentemente pequeño para la grandeza del recinto, es exclusivamente técnica. "El transplante de un árbol de esas dimensiones sería más complicado. Este era el idóneo para tener una garantía de que siga viviendo en el recinto que ocupa el Árbol Foral", explica el ingeniero de Basalan.
De hecho, el suelo limitado del recinto condiciona su tamaño. "Es como una maceta", compara el ingeniero de la firma foral. "Trabajamos para que no tenga una caducidad limitada, para ello se controla la parte aérea, el ramaje. La teoría dice que lo que abarcan las ramas abarcan las raíces", evalúa. Por ello, en el futuro le serán practicadas podas que controlen su tamaño, algo que aún no ha sido necesario debido a su juventud. "Se le podaron en su día varias ramas secas, pero se está dejando que crezca de forma natural. Ya hemos conseguido la guía en la punta, que marca el crecimiento recto y lineal del árbol".
Siendo un árbol tan contemplado y fotografiado, la estética también marca sus cuidados, aunque esa no es ahora mismo la prioridad. "Se puede entender que lo mantenemos estéticamente bien, aunque por el momento lo hacemos para que el árbol y sus raíces sean uniformes y equilibrados. No podemos dejarlo con mucho follaje sin tener controlado el sistema radicular", puntualiza.
Eventos
También priman los criterios técnicos a cualquier otro requerimiento en el caso de los eventos especiales. "Se mantiene su desarrollo natural, sin mirar si hay juras de lehendakaris u otros actos. Nunca se nos ha pedido hacer nada extraño", reconoce Txarterina. La naturaleza es la que guía; así, cuando Patxi López juró su cargo de lehendakari en mayo de 2009 el roble lucía pequeño aunque pleno de hojas, pero cuando Urkullu hizo lo propio en diciembre de 2012 sus ramas estaban desnudas.
Al cuidado del Árbol Foral desde hace tres años, Txarterina descarta que los problemas que acabaron con el anterior puedan reaparecer. El hongo Armillaria mallea y otro parásito que afectaba a sus hojas habían mermado su "sistema circulatorio" y, pese a los tratamientos, pereció. "Era un hongo que estaba en el suelo y se intentó responder con fungicidas pero no dio resultado. Ahora el suelo no es tan arcilloso, es más arcillo-limoso y está dando mejor resultado".
A pesar de que una de las raíces, la que mima Txarterina en su consulta semanal, se secó más de lo debido hace meses, en opinión del galeno del Árbol Foral, éste se encuentra "en buen estado de salud". Tras una 'cirugía vegetal' la herida está cicatrizando gracias al protector con componente preventivo de hongos que se le aplica, para que no entre a través de las heridas. "Está mejorando a la vista del aporte de fruto que está teniendo; el año pasado recogí 526 bellotas, la mitad las he sembrado en invierno y el resto lo haré en primavera".
Responsabilidad
El cuidado de tan destacado roble supone un grado de responsabilidad añadido para Txarterina, pese a que "intentas hacer lo mismo que con otro árbol". El ingeniero de Basalan reconoce que si el Árbol Foral tiene algún problema "te vas a la cama con una especial preocupación. Le das vueltas, comentas con otros compañeros que tienen tanto o más conocimiento que yo?".
En su labor cuenta con el apoyo del personal de la Casa de Juntas, que contempla el imperceptible crecimiento diario del Árbol y le traslada sus preocupaciones. "Son quienes me hacen los mejores comentarios: avisan si a la hoja se le ven manchas? Y vienen bien".
La tradición sitúa el siglo XIV como época de nacimiento del árbol más antiguo documentado, que fue sustituido en 1742, siendo plantado en su lugar el llamado Árbol Viejo, protagonista hasta 1892 y cuyo tronco puede verse aún en el recinto tras haber sido tratado y restaurado en 1982 para preservar la conservación de su madera. Como símbolo, la escultura logotipo del Parlamento Vasco, realizada por Néstor Basterretxea, incluye un pequeño trozo del Arbola Zaharra. Tratada de la misma manera, una parte sustancial del último roble retirado está depositada en el Museo Vasco.
Sucesor de todos ellos, el reluciente Árbol actual tiene aún 28 años de vida, ya que anteriormente a 2005 estuvo creciendo en un vivero que la Diputación tiene en un lugar indeterminado del Txorierri donde Basalan los cuida a buen recaudo. Allí crecen cerca de 2.500 pequeños retoños de tres años diferentes que son donados a demanda de las Juntas Generales de Bizkaia.
Cesiones
"Las entidades, asociaciones o instituciones interesadas en obtener un retoño del Árbol de Gernika deben realizar una petición a la Presidencia de Juntas Generales. No se contempla la cesión a particulares", aclara la máxima responsable de la entidad, Ana Madariaga. "Los solicitantes deben garantizar su posterior cuidado y mantenimiento en un espacio público", añade.
Aunque no existe una investigación histórica que recopile todos los retoños plantados dentro y fuera de Euskadi, numerosos centros vascos de los cinco continentes cuentan con descendientes directos del Árbol. "Los hay en el campo de concentración francés de Gurs, donde estuvieron encarcelados miles de vascos tras la Guerra, la Zona Cero de Nueva York?", resalta la presidenta de las Juntas. "Todos ellos se acompañan de un certificado que atestigua su relación genética con el Árbol símbolo de las libertades y el autogobierno vasco", certifica.
Esos miles de retoños que crecen bajo un delicado cuidado ocuparán en el futuro diferentes destinos para expandir su fruto por el mundo, como reza el inmortal himno de Iparragirre, aunque uno de ellos tendrá el honor de ocupar el preeminente lugar junto a la Casa de Juntas de Gernika para que las autoridades juren bajo su sombra y cobijo.