SALIÓ al escenario del teatro Campos Elíseos por uno de sus laterales, con paso prieto y presto a tocar, antes que el violín con el que es un virtuoso, el corazón de los hombres. Salió Fran Lasuen, y ¡zas! lanzó un puñetazo a la boca del estómago de los presentes. "El hambre está en la calle de al lado", sentenció, antes de lanzar dos ganchos cargados de dinamita. "La estupidez es rentable", dijo, para hilarlo con otra frase gruesa: "La imbecilidad se contempla como un espectáculo de pago". Con esa percepción del mundo, no es de extrañar que el eibarrés que hizo fortuna en Oskorri entre otros predios, sentenciase con aquello de que "la pasividad es una traición".

¿Por qué? ¿Por qué sucedió todo esto? No es de extrañar que ocurriese porque la atmósfera lo pedía. No por nada, la ONG Músicos Sin Fronteras ofrecía a los presentes un concierto solidario en favor del Banco de Alimentos de Euskadi, un recital organizado con el propósito de recaudar fondos para la compra de una furgoneta. ¿Qué necesidad es esa de comprar un vehículo?, se preguntarán los más recelosos. No hagámosles caso.

Lo cierto es que la ocasión era tentadora. En el programa de mano estaban anunciados, amén del propio Fran, otros nombres que bien pudieran escribirse con letras de oro en el folk vasco, Gontzal Mendibil y Urko, quien en las entrecajas previas al concierto aún se maravillaba con la oportunidad: "¡Tocamos con una orquesta!", exclamaba. La orquesta era algo más que eso, era la Banda Municipal de Bilbao dirigida por un donostiarra como Juanjo Ocón, todo un maestro del compás.

tu mejor instrumento La cita tenía un lema: Los Derechos Humanos, tu mejor instrumento. A esas palabras, más sensibles, se aferraron quienes acusaron la mano de hierro de Fran, quien dicho lo que dijo, arrancó el festival benéfico con aires de violín. Para entonces, los asistentes ya habían ojeado la declaración universal de los Derechos Humanos que fue repartida en la entrada, esa cuyo preámbulo arranca con un "Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana" tan olvidado.

Testigos de este hermoso festival benéfico fueron el presidente de Músicos Sin Fronteras, Jesús María Alegría, Pinttu; el vicepresidente del Banco de Alimentos de Bizkaia, Luis Crovetto; el viceconsejero de Políticas Sociales, Iñigo Pombo; Eduardo Maiz, Oihane Agirregoitia, Xabier Legarreta, Juan Carlos Villamor, Jon Larrea, Itziar Rodilla, Mertxe Ruiz de Gauna, Eider Jauregi, la escritora Inma Roiz, Ramón Mariño, Mitxel Sabalza, Koldo Azkona, Sergio Juanena, Miguel Pérez, Fausti Barriuso, Yolanda Olivares, Garazi Barriuso, como embajadora de DEIA, implicado en esta historia; Gurutze Beitia, Maite Elorza, Iñaki Martínez, Jabier Azkarate, Ignacio Urkiaga, Iñaki Astigarraga y un buen número de asistentes a un encuentro con la música, el idioma más universal de cuantos se conocen.

El concierto incluyó canciones populares del propio Urko, de José María Iparraguirre o Jesús Guridi, así como adaptaciones de temas de jazz y otras obras sinfónicas. A Gontzal le escucharon dos canciones inéditas y el público disfrutó de lo lindo.