Getxo
LA gente de Romo, cuando va fuera, no dice: "Soy de Bilbao o Getxo". Dice: "Soy de Romo". La gente de Romo hemos sido, desde siempre, muy de lo nuestro, hemos hecho mucha piña. Romo es Romo y todos los caminos llevan a Romo". Magdalena, Itxaso, Karmele y Marisol resumen ese fuerte sentimiento de ser romotarra. Se trata de un orgullo de barrio que los vecinos lo tienen interiorizado, pero para reforzarlo aún más, un grupo de mujeres de esta parte de Getxo lleva más de veinte años organizando una comida el último sábado de noviembre, en la que se juntan y mantienen ese vínculo tan apegado a Romo. Ayer fue la edición número 23 de este encuentro, al que asistieron, en esta ocasión, 55 mujeres de distintas edades, porque una de las claves es "transmitir ese mensaje de pertenencia a Romo a las nuevas generaciones", desvela Karmele, una de las veteranas del grupo y de las impulsoras de esta idea.
"Empezaron a organizar la comida las mujeres de Romo que al casarse se iban fuera a vivir: a Algorta, a Berango? y como excusa para verse y no perder el contacto comenzaron a organizar una comida", cuenta Magdalena, que ella participa por segunda vez en esta reunión en torno a una mesa. "Nos íbamos distanciando y siempre andábamos diciendo: Tenemos que vernos, que hacer una comida? Y siempre estábamos con el mismo tema, hasta que un año llegó, por fin, organizamos una comida", confirma Karmele. Y de eso hace ya 23 años. "Nos juntamos unas cuantas? ¡Llegamos a ser 150! Todo Romo: gente joven, gente menos joven, gente pensionista? La primera vez nos fuimos hasta Morga en autobuses", añade con emoción. "Y luego, ha ido bajando el número, porque la novedad fue algo muy llamativo. El boca a boca fue primordial. Pero aun así, nos reunimos unas cuantas", señala Marisol, otra de las que está involucrada desde los inicios.
Además, las invitaciones a esta comida se han extendido. "Es algo para mujeres que han nacido en Romo y que ahora viven fuera o que siguen viviendo aquí y también para gente que no ha nacido aquí pero que lleva muchos años viviendo aquí o que acaba de llegar? Es para toda la que se sienta de Romo", indica Magdalena. "Han cambiado un poco las tornas respecto al principio. Ahora la idea es unir a todas aquellas mujeres que tengan algo que ver con el barrio. Es unir a gente con algo en común: bien porque ha nacido aquí o se ha casado con alguien de aquí? Al principio era para que la gente de fuera viniera aquí y se juntara y ahora es para crear más vínculo en torno al barrio", subraya Itxaso, que acude con su madre a estas comidas.
Territorio femenino Estos encuentros derrotan al paso del tiempo y se siguen desarrollando en clave femenina. Solo mujeres. "Los hombres empezaron a juntarse mucho antes que nosotras, pero se cansaron antes. Nosotras pensamos: Si los hombres lo hacen; por qué no lo vamos a hacer nosotras. Ellos lo cortaron y nosotras seguimos", asegura Karmele.
El género se ha ido manteniendo, pero la edad ha ido cambiando. El abanico se ha ido ampliando y, por lo tanto, estas comidas se han ido enriqueciendo. "Hasta hace poco éramos todas de la misma camada, pero de un tiempo a esta parte se está uniendo gente más joven. Las nuevas generaciones están apareciendo y eso es muy importante. Es una maravilla. Para nosotras que esto perdure es muy bonito. Se me pone la carne de gallina", describe Karmele. "Que este mensaje llegue a las generaciones nuevas es un éxito, significa que hemos sido capaces de transmitir el sentimiento. Tenemos que dar las gracias a las que se han ido sumando. Pero aun así queremos que gente más joven aún se apunte, que las nuevas generaciones aparezcan", considera Marisol. Y es que para las veteranas del grupo, "experiencia y juventud tienen que ir de la mano porque así se camina. A veces los mayores están en primera línea y no dejan entrar a los jóvenes. Hay que hacer equipo unos con otros. Si no, no hay nada que hacer".
Romo, multicultural En veinte años, Romo "ha cambiado muchísimo". "El barrio ya no es el Romo de antes. Es un Romo multicolor", define Marisol. Un elevado número de inmigrantes se ha instalado en esta parte de Getxo y las mujeres organizadoras de esta comida destacan lo bien que se han integrado y cómo también tienen esa identidad de barrio. "Yo trabajo en la escuela de Romo y más del 80% de los alumnos son inmigrantes. Y es gente que se siente de Romo. Tengo niños chinos, saharauis, libaneses... y todos son de Romo. Ellos dicen, por ejemplo: He nacido en Bolivia, pero soy de Romo", afirma Magdalena. "Hemos conseguido que se sientan en casa y que quieran al barrio", opina Marisol.
A lo largo de estos años también se ha ido dulcificando la imagen de Romo. "Somos el barrio obrero, hemos tenido una imagen peor que el resto de Getxo. Pero eso no es así. La vida está en Romo. Los de Las Arenas vienen a Romo", resaltan estas cuatro mujeres que representan con fuerza al orgullo de ser de Romo.