El periodista Eduardo Galdeano, azote de poderosos y una voz replicante, piensa que la economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Es toda una exageración, sobre todo, cuando se usa la expresión organizado. ¿Qué son las personas de carne y hueso?, se preguntaba el escritor en un artículo titulado Los invisibles. Y oigan, oigan su respuesta. "Para los economistas más notorios, números. Para los banqueros más poderosos, deudores. Para los tecnócratas más eficientes, molestias. Y para los políticos más exitosos, votos".

Con esa bien ganada mala fama no lo tenía fácil ayer el Colegio Vasco de Economistas que preside Iñigo Ocariz a la hora de presentar su plan estratégico 2013-17, aunque la culpa no sea de ellos: son los intérpretes de un idioma inalcanzable para el común de los mortales. Quizás por ello, más allá de las cuestiones técnicas del acto, de las que daré noticias algo más adelante, fue todo un hallazgo y un acierto el modo en que salieron a escena, allá en el Edificio Ensanche. Les cuento.

Manejó las maracas que dieron ritmo a la tarde el dj Joseina Etxeberria y el cocinero Josean Martínez Alija dio la vuelta al pasatiempo: buscó las siete semejanzas entre la cocina vasca y la labor de los economistas de esta misma tierra, en expansión. Con todo -y con las pintura en directo de Amaia Alonso o el original catering donde convivieron un puesto de estilo americano de hot dogs y popcorns (perritos calientes y palomitas de maíz, para quienes desconocen la cultura del Tío Sam...), un puesto de helados soft que podían personalizar a su gusto los asistentes u otro de quesos, nueves, uvas y pasas...-, se adueñó de la tarde Leo Harlem, un hombre de voz tronante y lengua de víbora, capaz de quitarle barba a la seriedad pelo a pelo. Su verbo incendiario cautivó a los presentes, más de trescientos en un poderoso ejercicio de convocatoria del Colegio. Pese a las palabras de Galdeano o los improperios de Leo, la economía interesa. Cómo no iba a hacerlo...

El propio Iñigo Ocariz, junto a Javier García, anterior decano del Consejo Vasco de Titulares Mercantiles, e Iñaki Ruiz, vicepresidente del Colegio, fueron primero interrogados por Carmen Larrakoetxea y más tarde explicaron que el Colegio tiene vocación de convertirse en punto de encuentro y en punto de formación para los profesionales, así como una voz referente y autorizada en estos tiempos donde tanta gente presume de conocer los laberintos de la economía. Lo hicieron antes de escenificarse el acto de unificación ente el Colegio de Economistas y el de Titulares Mercantiles y antes de invitar a los presentes a aportar sus sugerencias en una botella de náufrago o en aviones de papel. Una vez más, con la imaginación por delante.

Testigos de cuanto les cuento fueron el decano de la Facultad de Económicas y Empresariales, Arturo Rodríguez, Gonzalo de la Torre, Óscar Garro, Luis Alba, Aintzane Goikoetxea, Loreto Moreno, Iñaki Ramos, Mikel Badiola, Mikel Sarriegi, Imanol Urbieta, Juan Carlos Muro, Joseba Barandiaran, Pilar Dosal, Juan Alberto González, Pedro Ortiz, Sergio de las Heras, Mari Sol Bujanda, Begoña Pocero, Gustavo Bosquet, Alberto Bokos, Yurdana Urbieta, Javier Olabarria, Carlos Hernández, Miren Goikoetxea, Juan Carlos Zudaire, Javier Odriozola y otros muchos especialistas acostumbrados a trabajar, día a día, con material tan sensible e inflamable como la economía.