Una moneda al aire
Arriesgarse hoy a zarpar, con la tempestad que azota las velas, es un gesto de intrépidos, casi se diría que una osadía, un tiro al aire, un palo de ciego, un todo o nada. No hay garantía de que cualquier aventura comercial, la que sea, llegue a buen puerto y hay que tenerlos de dos yemas, dicho sea con respeto, para atreverse. Lo han hecho Pedro Álvarez, propietario de la cervecera del Puerto Deportivo de Getxo y de las salas de Getxo Zinemak, María José Bordona y Rosa Blanco, quienes han unido sus fuerzas, su talento y un tazón de locura que comparten en una mesa de tres para abrir, en el corazón de Bilbao (calle Máximo Aguirre, número 7 para más señas...), un nuevo restaurante italiano: La Fontana. El nombre del local ya invita a pensar en una escena de riesgo: una moneda al aire. Puestos en escena, pidamos un deseo como hacemos ante la de Trevi: que les vaya bien y que volvamos para verlo.
Tienen los ingredientes para lograrlo, más allá de los antipasti, las ensaladas, las pastas que podrán combinarse, al capricho del cliente, con diferentes salsas (qué nombres tan comunes esos de formaggi, rabiata, bolognesa, carbonara, pesto rojo o funghi entre otras...); las lasagnas y cannellonis o los risotti son las pizzas las que brillan bajo las luces de neón. La masa, con una receta secreta, se elaborará en el mismo local, al carbón del horno. He ahí una de sus balas de plata para matar al hombre lobo de la crisis.
El local es amplio, 440 metros cuadrados, y podrá dar servicio a 175 comensales a la vez. Es por ello que Pedro se anima a cantar que se trata de un restaurante "para venir a comer en grupo". Pedro cogió la idea al vuelo hace un tiempo, cuando descubrió en Max Center la trattoria La Fontana, regentada por Fernando Herrán. Hoy la ha bajado a tierra firme, al suelo más exigente de Bizkaia, al centro de la villa.
Ayer, cuando levantó la persiana, todo eran ilusiones entre papardelles, el provolone al forno, el arroz meloso salteado con la salsa Fontana, una crema hecha a base de champiñones, queso de cabra, gorgonzola y cebolla dulce o los inmortales lambrusco y tiramisú. Estaban presentes Javier Vázquez, Noelia Arenas, Erika Luque, María Martín, Eneko Baena, Idoia Díez, Iratxe Ortiz de Larrucea, José Javier Cillero, Javier Álvarez, Agustin Zabaleta, Jon Kepa Dúo, Alfonso Álvarez, Sofía Benito, José Luis Landaluce o Garbiñe Mencía, entre otros, todos ellos ilusionados con la nueva alternativa gastronómica que se abre paso.
Echándose la tarde encima de la noche, a la inauguración se sumaron, además de los nombrados, Lorena Presa, Ana Casas, Carmen Crespo, Iñaki Salaberria, Ignacio González, Kevin Iglesias, Igor García, Aitor Soloeta, Boni Fuertes, Alicia y Maika Díaz, Maite Arauzo, Agustín Zabaleta, Javier Beltrán, Idoia Santamaría, Isabel San Miguel, Yolanda Sarnago, Mari Ángeles Ortega, Paco Muñoz, María Jesús Pardo, Mari Nieves Álvarez, Santi Garrido, José Cruz Sainz y un buen puñado de admiradores de una cocina universal, capaz de romper las barreras de los gustos propios de cada tierra y abrirse paso entre la maleza de restaurantes. Casi se diría que no hay un lugar sobre la tierra donde no haya una embajada de estos históricos fogones. En esta procesión a un lugar más cálido, repleto de mesas dispuestas con manteles y luces tenues, también participaron Aitor Soloeta, Boni Fuertes, Mónica Basáñez, Alazne Lopategi, Arantza Diego y una nube de invitados que, ya en los primeros compases del lunch, descubrieron que la cocina de La Fontana invita a cantar una Traviata, con un menú por menos de 12 euros, IVA incluido.
Pasen y vean. La aventura italiana comienza de nuevo, con un tazón de locura y dos yemas bien puestas.