Los sueños de Unax
El niño de Leioa que padece una grave dolencia, será operado en Boston en septiembre De mayor quiere cuidar animales y le gustaría ser futbolista
Bilbao. SU vida ha sido como una montaña rusa, repleta de altibajos. Unax Cañibano tiene ocho años, es de Leioa y ha aprendido a vivir, con valentía y mucho coraje, con el grave problema de salud que le impide hacer una vida normal como el resto de niños de su edad. Pero él se aferra a la vida con fuerza, con vitalidad. Solo es necesario escuchar de su boca las ilusiones que tiene y los planes de futuro. Sus ojos negros lo reflejan. "Me encanta la música, pero de mayor quiero cuidar animales", relata con soltura el pequeño. "Tengo un perro que se llama Koi, de Koikili, como el jugador del Athletic", dice con su constante sonrisa en la cara.
Vestido con una gorra gris, camiseta y zapatillas deportivas fosforito, Unax habla de sus ilusiones infantiles. "Lo que más me gusta es el fútbol y tocar la batería", comenta. Pero al fútbol no puede jugar porque se fatiga y podría terminar ahogándose. Unax padece desde que nació una insuficiencia suprarrenal. "Un pulmón no le funciona y al otro le fallan las arterias que le comunican con el corazón", describe el cuadro médico su padre, Eneko. Una dolencia que no se puede curar con un trasplante. "Es mucho más complejo aún".
Sin embargo, Unax busca alternativas para hacer realidad sus sueños de niño inquieto y juguetón. "Esconde los balones para que el resto de los niños participen del juego", cuenta su tío Aitor. "Otras veces, sentado en su silla se pone de portero para parar los balones y así no se cansa", relata emocionado.
Pero Unax sueña despierto e imagina el día que pueda chutar con fuerza un balón y compartir con sus amigos un partido. "Quiero ser del Athletic", dice con énfasis. Se ha convertido en una obsesión para él. "Cuando camina se cansa y se fatiga. Suele ir muy despacio", recuerda Eneko Cañibano. Hay veces, incluso, que cuando su salud empeora, pide a su aita que le lleve al colegio Txomin Aresti a las tardes, solo para poder ver a sus amigos jugar al fútbol. Unax no se resigna. No quiere, hasta el punto de que ha llegado a jugar al fútbol con un muñeco y una portería de Playmobil. "Se puede tirar horas retransmitiendo el partido del Athletic", relata el aita.
El día de la final de Bucarest le realizaron un cateterismo de tres horas y media, y estando ingresado en la UCI, en Madrid, solo pedía una cosa, ver el partido. "Tanto le insistió al enfermero que al final le dejaron ir a la habitación y ver allí la final de la Europa League".
Pero ahora empieza otra etapa. El pequeño será sometido a una intervención quirúrgica en el hospital Boston Children's. En septiembre se abre la puerta para la esperanza en EE.UU. para esta familia de Leioa que ha vivido en carne propia la dolencia del pequeño. "Lo más difícil, y mira que estos ocho años han sido duros, es ver las ganas que tiene Unax para hacer cosas, para vivir. Pero se fatiga", lamentan. Unax viajará con su ama, aita y con un primo. El tiempo transcurre rápido, demasiado para Unax. Tanto que en Boston les han metido mucha prisa para llevar a cabo cuanto antes la operación. "La situación del niño es muy delicada", detallan, de ahí que quieran operarle el próximo mes de septiembre. "La operación está prevista del 7 al 12", cuenta.
Aunque son conscientes de que la etapa que se presenta no será menos dura y compleja que la que ya han vivido, confiesan sentirse con fuerza para seguir adelante. "Tenemos el apoyo de mucha gente, amigos que nos animan", pero lo más importante es ver a Unax con vitalidad. Su delicado estado de salud le ha llevado a madurar, incluso a suplir con un cerebro privilegiado sus limitaciones físicas. "¿Me vas a entrevistar? Pregúntame cosas de las Olimpiadas, que yo sé", propone el pequeño con cara de pícaro. Las recaídas que sufre-que le obligan a estar ingresado durante varias semanas en el hospital de Cruces- le impiden ir a clase con la frecuencia que quisiera. Sin embargo, no ha perdido ningún curso porque "es un niño muy listo", dice con orgullo su tío Aitor. Pero su estado es crítico y precisa de apoyo continuamente para que esté estabilizado. De hecho, en clase tiene siempre una auxiliar de apoyo que está pendiente de él. "Duerme con oxígeno y vamos con una bombona a todos los sitios por si acaso", explica Eneko.
La vida de esta familia cambió el 31 de julio de 2004. Al nacer, los médicos le dieron a Unax tres años de vida, y ya lleva 8 y medio luchando, muchos de ellos en tratamientos paliativos. "En Cruces nos dijeron que lo que tenía Unax era inoperable". Los primeros problemas de salud de Unax surgieron con apenas dos días de vida, cuando una enfermera del hospital de Cruces detectó algo extraño en el bebé. Le diagnosticaron una grave enfermedad denominada "cardiopatía compleja tipo atresía pulmonar", agravada por otras cinco dolencias pulmonares asociadas. Pasó sus primeros dos años ingresado en Cruces. Fue operado a vida o muerte y su ángel de la guarda lo cuidó y, pese a la gravedad, logró salir adelante. "Lo hizo entonces y lo volverá hacer ahora", dice su aita. "Es fuerte e inteligente", destaca. Tanto que todas las mañanas pregunta si ha llegado el día para viajar a Boston. "Le hemos contado que le van a operar y que va a ser muy bueno para él, porque va a poder correr, jugar a fútbol y tocar la batería".
La música, su otra afición La música es otra de sus grandes aficiones. Unax ha estado rodeado desde pequeño de instrumentos musicales y partituras. Su padre y su tío pertenecen al grupo Travelling Brothers. "En casa le encanta dar conciertos. Para ello coloca cajas como amplificadores y las tazas de café son sus baterías", explica Aitor. Tiene muy buen oído. "Cuando damos algún concierto, si en alguna canción cambiamos alguna cosa, nos lo dice", explica. Unax y su aita, Eneko, viven con sus aitites en casa de estos. Los aitites han hipotecado su casa para poder afrontar el primer plazo de la operación, de 110.000 dólares, unos 90.000 euros. Pero temen que ese dinero no sea suficiente, ya que el montante final dependerá del tiempo que deban permanecer en Boston. "Con la parte que abonamos entra el ingreso de Unax durante quince días, pero por otros casos creemos que no será suficiente y tendrá que estar más días ingresado", dice angustiado Eneko. El cálculo estimado por la familia es de 150.000 a 200.000 euros. "A partir de las dos semanas, el ingreso cuesta cada día 3.000 euros. No podemos ir con el dinero justo solo para la operación, porque si se alarga tenemos que seguir ahí", cuenta Aitor. Por eso, por necesidad, y motivados por los amigos, han decidido hacer público el caso de Unax para intentar obtener el resto del dinero que podrían necesitar. "Si sobrase dinero tras la operación se destinaría en su integridad a promover o a apoyar otras causas similares", concretan. "Amigos y en general el pueblo de Leioa, donde es muy popular el pequeño, están volcados con la compleja historia que le ha tocado vivir a Unax y a su familia.
Todos le apoyan y confían en que llegue ese feliz día en el que los sueños del pequeño de Leioa se conviertan en realidad. Todos están dispuestos a aunar esfuerzos y lograr el dinero necesario para que Unax pueda ser tratado en Boston. "La gente está muy entusiasmada. Eso nos da más fuerza", concluye Eneko.