EL idioma, a veces, ataca atraición, como uno deaquellos vaqueros de saloonque se pegaban taburetazospor la espalda, sin aviso algunoy hasta molerte a palos el costillar.
Quiere decirse que según tituloesta crónica de alcance de losaconteceres de ayer, una voz mechista por detrás (las voces que chistantambién por la retaguardia: estoparece un complot...): “Oye, ¿eso delocales multiusos no será porque tesacan la navaja a la par que la cuenta,no...?” ¿Es comprensible tantasusceptibilidad...? Uno diría, a lagallega, que ni tanto ni tan calvo.
Hay hostelería con vocación de mercaderveneciano y honrada gente debar que no toca los precios por solidaridado por temor a provocar unaestampida de clientes, al estilo, quésé yo, de aquellas que protagonizabanlos búfalos en las verdes praderasde Manitú. Vamos, que subes10 céntimos un café y 20 la cervezay si te he visto no me acuerdo. Es elsino de los tiempos...
No venía hoy a hablarles de eseasunto, pero seme ha cruzado en laconversación. Se cruza en todas,hoy en día. Lo dura que está la vidaes trending topic de nuestras conversacionescara a cara. Haciéndolafrente, Mikel Cisneros, junto asu chica Naiara Fernández, se halanzado a la aventura. Es un triplemortal y sin red de salvaguardia. Y,sin embargo, el Kupela , local queayer inauguró a la altura del número5 de la calle San Vicente, es precisamenteeso: un local multiusos.
En él está previsto servir desayunoslevantamuertos y tapas de tallaXXL, desde un minitalo de matanza(chorizo, morcilla y panceta desmigados...)con piperrada hastaunas anchoas sobre torta de aceite.Hay además, una bodega con 33