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Miles de hilos y clavos para nueve obras de arte

Berrizko Kultur Etxea acoge una exposición de cuadros hechos a mano por Josu Balzategi, vecino del municipio

Miles de hilos y clavos para nueve obras de arteFOTOS: JON BARAJA

Los dichosos problemas de columna y cintura le hicieron jubilarse de su trabajo en la fábrica antes de lo previsto. A ello hay que añadir que difícilmente consigue dormir más de cuatro horas cada noche. Por estos motivos, Josu Balzategi, nacido en Zumarraga hace 56 años, cuenta con mucho tiempo libre, del cual una gran parte dedica a su gran afición, que no es otra que realizar cuadros a mano utilizando hilos de colores y pequeños clavos. Durante estos días, sus obras son las protagonistas de una exposición que se puede visitar, de martes a viernes de 18.30 a 20.30 horas, hasta el próximo 2 de marzo en la casa de cultura de Berriz, localidad en la que lleva viviendo los últimos 26 años en compañía de su mujer y sus dos hijos.

"Tengo que emplear mi tiempo en algo", reconoce Balzategi, al que cada uno de los trabajos le han llevado desde 100 hasta 600 horas, dependiendo de la dificultad. La exposición se compone de nueve cuadros, de los que ocho son banderas. El noveno lo protagonizan tres corazones, el más grande en el centro y dos más pequeños en los laterales, una obra que supone un regreso a los orígenes.

Y es que cuando tenía 16 año, vio a un militar realizando un trabajo de este estilo, y el dibujo era, precisamente, un corazón. "Pensé que eso tenía que aprender a hacerlo yo", recuerda el artista. De esa manera, consiguió la idea para llevar a cabo su primer cuadro de hilos y clavos, que fue una ikurriña. Después, llegaron algunas más, las que regaló a vecinos y familiares. No obstante, la escasez del tiempo necesario para tan laboriosa actividad le hicieron dejar a un lado esta gran pasión por las manualidades.

MUCHAS HORAS Décadas después, la jubilación y el insomnio le han hecho retomar la afición, y las ikurriñas siguen siendo de sus piezas favoritas. De hecho, en la exposición se pueden apreciar dos, una más pequeña y otra de mayor tamaño, confeccionada en 320 horas con 4.000 clavos y 300 euros en material. Una vez que los trabajos están terminados, su idea es la de venderlos, pero es imposible "cobrar lo que realmente valen todas las horas que hay que invertir para hacerlos, a lo que hay que sumar lo que cuesta comprar el material", reconoce Balzategi.

Una de las obras más complicadas de las que adornan las paredes de la sala es la bandera de Berriz, a la que dedicó alrededor de 300 horas. "He tenido suerte y ya está vendida, aunque me la están pagando a plazos", bromea. A la del pueblo en el que vive escoltan otras como las de Bilbao -por cercanía-, Galicia -porque tiene amigos gallegos-, Rumanía -por encargo de una persona de dicha nacionalidad-, Cantabria -por posibilidades de venta al estar próxima- y Extremadura -por sus dos cuñados extremeños-.

Además, ya trabaja para ampliar la colección, puesto que está inmerso en un "encargo muy complicado". Se trata del escudo de la Real Sociedad, que lo tiene que hacer de gran tamaño "para que los detalles puedan apreciarse", explica. El siguiente será el del Athletic, un trabajo que si el conjunto rojiblanco "gana la Copa seguro que alguien me lo compra", apunta Balzategi.

GANAS Y PACIENCIA Todos los cuadros tienen algo en común, puesto que una vez que están acabados, su autor reconoce que se queda "embelesado mirándolos y sorprendido por lo que soy capaz de hacer con estas manos". Y es que Balzategi tiene unas manos gruesas y con varias amputaciones, y para un trabajo tan perfeccionista se necesitan "unos dedos finos", explica.

Los requisitos imprescindibles para poder realizar estas obras son "tener muchas ganas, paciencia y tranquilidad", afirma su autor, porque "un clavo mal puesto estropea un trabajo", añade Balzategi, quien reúne las mencionadas características. Por ello, no duda en pasar día y noche confeccionando sus obras de arte, y la mecánica de trabajo la tiene clara. "Durante el día meto los clavos y por la noche los hilos, para no despertar a los vecinos", razona este berriztarra de adopción. "La gente alucina con mi trabajo", concluye orgulloso.