Txomin monta el belén en Galdakao
Los caseríos Txapelena y Zabalea de Galdakao y los baserris de Zeanuri y Orozko se unen a las perfectas construcciones del nacimiento más vasco
Galdakao
LOS que pensaban que el belén de Txomin Bustinza ya no podía crecer más se equivocaban. No en vano, el vecino de Galdakao ha echado el resto este año para sorprender a los cientos de visitantes anuales que acuden a contemplar la laboriosa obra que el de Zabalea crea con sus propias manos durante largas horas en la soledad de su taller y gracias a la infinita paciencia de su mujer, Conchi. Es allí donde recrea, primero en su mente y después sobre la piedra, aquellas estructuras antiguas que podría rescatar del olvido para decorar el nacimiento más esperado de la comarca. Entre las novedades que incluye la obra de Txomin este año destacan varios edificios históricos de Galdakao como la casa torre de Urreta, el hogar de Eugenia Totorika de Zabalea o el edificio de Txapelena de Usansolo.
El propio establo donde María da a luz a su retoño está basada en las ruinas de la casa de Puentelatorre. Con ellos se mezclan inmuebles históricos de otras localidades vizcainas como el caserío de unos 600 años de antigüedad que aún se mantiene en pie en la carretera entre Zeanuri y Areatza o el baserri de Orozko ubicado a poca distancia del barrio de Ibarra.
No faltan tampoco grandes piezas ya expuestas otros años como las casas torre galdakaotarras de Isasi y Lekue o el arkupe de Mugardi en la sierra de Aralar, una choza utilizada por los pastores a modo de refugio en verano y otoño.
Miniaturas verídicas
Las casas están basadas en fotografías y recuerdos
Las miniaturas que crea este artista están basadas en fotografías, textos y recuerdos de los habitantes más mayores tanto del municipio en el que reside como de los que visita para inspirarse. El resultado de su dedicación conforma una imagen bucólica de una aldea al más puro estilo euskaldun, compuesta por los caseríos tal y como debían de haber sido en los tiempos en los que no conocían grandes reformas y se mantenían activos para dar cobijo a los animales, guardar la hierba seca en sus desvanes y calentar los estómagos de sus habitantes.
La casa de Zabalea, por ejemplo, aún pervive en esta calle de Galdakao, aunque muy cambiada. El milagro de recuperarla como era a mediados del siglos pasado se encuentra en la memoria de Txomin que vivía "justo en frente" del caserío. "Me acuerdo de ella con todo detalle. Incluso hoy es el día que veo el cartel de kaka leku que lucía en la puerta del baño que daba al exterior", comenta jocoso este vecino de 73 años.
Este año, Txomin ha incluido además un kirikinauzi o lugar donde los antepasados guardaban las castañas para que duraran más tiempo y poder alimentarse con ellas en los meses más fríos. En las inmediaciones de esta miniatura, humea la cabaña de Olentzero junto a su carbonera, también encendida y en plena actividad.
El motivo de que el belén luzca con tantas novedades estas navidades tiene que ver con una operación de cadera que ha mantenido al inventor muchos días sin poder moverse demasiado. "He invertido las horas en esto, así que se me han pasado rápido", reconoce.
Al fondo, amparando a los lugareños de este remoto pueblo inventado, sigue en pie la cordillera de Anboto, también realizada a escala y tan verídica que se puede apreciar cada arista de las que componen la imagen de la diosa Mari tumbada.
Efectos especiales
El viento mueve los árboles mientras la lluvia moja la aldea
A dar todavía mayor sensación de viveza contribuyen los efectos especiales que Txomin ha ido incluyendo con los años. El último, el viento que mueve los árboles con furia durante la tormenta que aumenta el cauce del río cuando cae la noche. El invento tuvo mucho que ver con la casualidad. Así, Txomin estaba limpiando el nacimiento con un ventilador cuando vio lo bonito que quedaban las copas de los árboles en movimiento. Ni corto ni perezoso, empezó a indagar la forma de conseguir que este aire travieso hiciera acto de presencia a su antojo. Tras unas vueltas a la cabeza, el manitas galdakaotarra ideó un sistema de ventilación que va a volver locos a los niños que le visiten.
Este efecto se une a la lluvia, los truenos y relámpagos, el canto de los gallos, las estrellas, la luna, los villancicos, los aullidos de los lobos y el humo de las chimeneas de los hogares, este año también decorados con cortinas de colores que dan una agradable sensación de calor cuando se esconde el sol.
Mención aparte merece el olor que invade el local donde Txomin muestra cada año su tesoro. Se trata de una mezcla de eucaliptos con madera y pino que sale de las propias casas de la aldea y que lo impregna todo a su alrededor, incluidas las plantas que adornan la escena y que, en su mayoría, han nacido y crecido en el propio belén agradecidas por la humedad del agua que riega todo durante las tormentas.
Y como todo belén, el de Txomin también incluye como invitados especiales a los Reyes Magos acompañados de sus camellos, la estrella-guía, las lavanderas, los pastores, el buey, la vaca y las ovejas, que conviven con elementos de tradición euskaldun como los perros pastores, las metas -montones de hierba seca apilada-, azadas y hasta un mozoilo -búho símbolo de Galdakao- que espera junto al ángel de la Anunciación y la paloma del Espíritu Santo a ser visto por los ojos del visitante más observador. Esta figurita es el guiño del artista a su colección de más de cien aves de la suerte que guarda en el txoko que posee al lado de la lonja donde expone el belén.
Los que deseen acudir a ver la escena, que podrán disfrutar de forma gratuita y acompañados de todos los niños que quieran, tendrán que buscar el número 69 de la calle Zabalea. Allí, haciendo esquina con Lapurdi, una casa de pocos pisos abre en sus bajos un belén que el año pasado fue visitado por 2.537 curiosos llegados desde todos los puntos de la comarca, pero también de las zonas de Durango, Mungia y Bilbao.
El local más navideño estará abierto hasta el 5 de enero de lunes a sábados de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas. Los domingos, así como los días de Nochebuena y Nochevieja, el belén podrá verse en horario de mañana. Las únicas jornadas libres que se tomará el jefe de obra serán las del 25 de diciembre y 1 de enero.
Para el año que viene, Txomin ya maneja nuevas ideas, aunque cree que va a tener que quitar algunos elementos actuales del belén para que le quepan las novedades. Este proceso de cambio ya ha acabado con varias de sus creaciones decorando nacimientos de instituciones y asociaciones solidarias donde lucen "estupendas". No obstante, a su autor le da pena tener que quitar parte de su obra, por lo que la idea de ampliar el espacio dedicado a al exposición ya parece que ha anidado en su cabeza. "No sé si voy a poder porque entonces no me quedaría mucho sitio para poder moverme. Pero le voy a dar vueltas para intentarlo", promete.