Barakaldo
EN mitad del asfalto baracaldés, rodeado de edificios y coches, resurge un oasis magnífico. Un paraíso. El jardín botánico Ramón Rubial; un museo natural al aire libre donde conviven especies de diferentes países que esconden secretos e historias desconocidas para la mayoría de vecinos de la zona. Árboles cargados de frutas, como el manzano de Adán y Eva; decenas de plantas aromáticas, muy útiles para la medicina; plantas autóctonas... El espacio creado en el barrio de San Vicente es como un supermercado botánico. Las normas lo dicen: se mira, pero no se toca. Es el jardín de los frutos prohibidos de Barakaldo. Sin embargo, siempre hay quien se salta las normas.
Una veintena de personas desafiaron ayer el mal tiempo para adentrase en el parque botánico de la ciudad. La cita la había preparado el mismo Ayuntamiento, a través de la iniciativa Ezagutu Barakaldo, que pretende dar a conocer el patrimonio histórico y medioambiental del municipio. La del parque urbano es una de las últimas visitas que se realizarán dentro de este programa gratuito. El jardín comenzó su andadura con alrededor "de 300 especies", iniciaba su explicación Estibaliz, la guía. Ahora, nueve años después -el parque urbano se inauguró en 2002-, la cantidad de especies que habitan en este espacio se ha multiplicado por cinco. "Es de los pocos jardines, o probablemente el único del estado que es libre, generalmente siempre hay que pagar por entrar a visitar un jardín de estas características", apuntaba Estibaliz.
Manzanos, limoneros, higueras, perales... Fresas, castañas, moras, cerezas, kiwis... En el jardín hay un sinfín de frutos frescos pero, "no se pueden recoger", advierten los folletos explicativos. Sin embargo, no es raro ver cómo las personas mayores, cuando las frutas están en temporada, "se acercan hasta los árboles con bolsas de los supermercados para llenarlas de manzanas, peras o limones", cuenta divertida Estibaliz.
Es más, según su relato, en muchas ocasiones los responsables del jardín botánico plantan mala hierba para camuflar los frutos o, incluso, recogen las flores una por una para evitar que los visitantes puedan identificar la planta y así, llevarse a casa el fruto prohibido. "Eso pasa con las moras o las fresas", indica la guía. Y no solo se llevan los frutas, que realmente son apetitosas, ya que muchos visitantes, sorprendidos o hipnotizados por la belleza de alguna de las especies, buscan un fruto o raíz que puedan servirles de semilla para reproducir esa especie en sus hogares.
Cada paseo por sus calles es único, incluido su popular laberinto. Nunca se ve lo mismo dos veces. Y no solo porque a veces los árboles estén pelados. Y es que los responsables de jardinería del parque renuevan las especies a menudo, con lo que donde un día hubo cebada, al siguiente, quizá, se encuentren guisantes.
Educativo Jedreas, hierba lisa, capuchina, lavanda, romero, menta... forman el jardín de los aromas. "La mayoría de las plantas que lo conforman son muy útiles para los remedios caseros, dolores de cabeza, cremas para la cara...", enumera la guía. El de Barakaldo es también un jardín educativo. Muchos alumnos pasean por el jardín durante el curso escolar, sobre todo en primavera, para descubrir frutos, alimentos y especies de las que nunca han oído hablar. "Los jóvenes y adolescentes nunca han comido un higo, por ejemplo, o no conocen la cebada o el trigo. Aquí han podido descubrirlo", explica durante el recorrido. En cierta medida, los terrenos donde se ha alzado este majestuoso jardín han mantenido su razón de ser inicial, y es que antes de acoger a más de mil especies de plantas, estas tierras eran ocupadas por numerosas huertas y caseríos.
El Jardín Botánico ya sobrepasa esos 65.000 metros cuadrados que ocupa en Gernikako Arbola. Muchos de sus árboles y arbustos se encuentran repartidos por todo el municipio: Los pitosforos en San Eloy; la hierba lisa, en Gorostiza; los sauces en el parque de Beurko...