Mi deber es integrarme", afirma Rusbel Ospina, natural de Armenia (Colombia) y vecino de Mungia. Después de más de una década participando en el tejido social de la localidad vizcaina, asegura sentirse mungiarra. "Me he ganado el derecho a ello", apostilla. Y es que este afable embajador no oficial de Colombia en Mungia está ultimando los trámites para conformar la asociación Ciudadanos del Mundo en Mungia (Cimungi), de la que él mismo será presidente.

La razón de ser de esta asociación es facilitar la convivencia entre mungiarras e inmigrantes, desterrar tópicos e impulsar la celebración de actividades culturales de distintos países del mundo. Colombia, Ecuador, Senegal, Argentina, Venezuela o Brasil son algunos de los países de procedencia de los integrantes de Cimungi. "No queremos que a los inmigrantes se nos vea como un problema sino como una realidad", comenta. El pasado 10 de julio, cerca de un centenar de personas se dieron cita en el parque Uriguen de Mungia para celebrar una barbacoa de integración. "Si a la gente le pides que asista a una asamblea para organizar una asociación en pro de la multiculturalidad, no acudirá -sostiene Ospina-; en cambio, si les invitas a una fiesta... La asistencia está asegurada", apunta.

Así, la programación de actividades culturales se debatirá en torno a una sabrosa barbacoa, aderezada con las músicas y danzas del mundo. "Es importante que uno se sienta del lugar donde vive", señala. Su discurso pausado y optimista se ve interrumpido constantemente por los vecinos que se paran a saludarle.

Ospina participa de manera activa en numerosos foros promovidos por el Ayuntamiento de Mungia, y también fue miembro de la asociación Asocolvas, dirigida a asesorar a ciudadanos colombianos. "Algunas personas nos abandonaban una vez obtenían los papeles -lamenta-, pero con eso no se consigue la integración. Un amigo no te pregunta si tienes papeles", asevera.