El histriónico Oscar Wilde dejó dicho, antes de abandonar el siglo XX, que los periodistas han degenerado y ahora se puede tener absoluta confianza en ellos. ¿Éste es el cartel que queda para quienes han apostado por un oficio que goza de tan mala prensa...? Un viejo axioma, creo que de Chesterton, daba una descripción aproximada de la profesión. "El periodismo", decía, "consiste esencialmente en decir lord Jones ha muerto a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo". Los mensajes, ya ven, no dejan en buen lugar a quienes trabajan en el andamio de la información y comunicación.

Pero frente a quien tacha al periodista de correveidile, chupatintas, gacetillero, revuelvemierdas o tiburón negro emergen palabras que sujetan el orgullo a quienes se dedican a contar historias y sacar a la luz lo que se teje entre tinieblas. Palabras como reportero, articulista, cronista, corresponsal o redactor, tienen -han de tenerlo si se pretende gozar de la condición de pueblo civilizado...- el valor de un testigo de cargo, de alguien capaz de cantar las gestas del bueno y poner en apuros al malvado.

Viene al caso todo este desahogo, toda esta defensa, con motivo de la entrega de titulaciones a las tres últimas promociones de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (a saber: periodismo, publicidad y relaciones públicas, comunicación audiovisual, sociología y ciencias políticas y de la Administración) de la UPV/EHU. Siempre a salto de mata, siempre con el ratatatá de última hora tan propio del oficio, la Facultad no había encontrado un hueco para anteriores ceremonias y ayer pagó su deuda con un tres en uno presidido por el rector de la UPV/EHU, Iñaki Goirizelaia; la consejera de Educación, Isabel Celaá, y el decano de la Facultad, Alfonso Unceta. Como se acostumbra, la comitiva académica que desfiló momentos antes de la ceremonia de concesión de titulaciones estaba formada por decanos de otras facultades de la UPV/EHU, amén de los anteriores rectores -Manu Montero, Pello Salaburu e Ignacio Pérez- y de profesores como Iñaki Iriarte, Beatriz Miranda, Enrique Antolín, Félix Luengo, Rosa Martín Sabaris, Juan Carlos Pérez Fuentes, María José Cantalapiedra, Iñaki Barcena, José Luis de Castro, Alberto López Basaguren, Iñigo Lazkano, Mikel Villarreal o Roberto Olaeta, entre otros. Ellos -y otros muchos, ayer ausentes...- han sido testigos de la progresión de los protagonistas de ayer tarde.

Antes de que todo esto aconteciese -y mucho antes de que Donna Pace, Master Trainer en España de las teorías del doctor Edward de Bono, médico y psicólogo de renombre, hablase sobre el pensamiento creativo- los nuevos titulados ya aguardaban sentados en el patio de butacas del Palacio Euskalduna. Recibían consejos sobre cómo comportarse como si fuesen instrucciones de cuartel. No se levanten, aguarden hasta el final. Respeten la fila y a las autoridades académicas, ¡ar! Las escucharon armadas de ilusión y de paciencia Tamara de la Rosa, Shaila Pérez, Igor G. Vico, Joana Pérez, Manu Zabala, Jon Gómez, Amanda Compañet, Aitor Sancho, Alberto Álvarez, Juanjo Buendía, Iban Perdiguero, Unai Prieto, Carla González, Nerea Gordejuela, Iñaki Revuelta, Jon Salgado, Sheila Barrigón, Aitor Marín, Alberto Mendiguren, Iñaki López, Juan Carlos Idigoras, Nerea Ortiz de Zarate, Itxaso Pascual, Idoia Urrutia, Josune Markaida, Cristina Muñoz, Aitor Olaskoaga, Miren Ezkurra, Ainhoa Sarabia, Itziar Beristain, y así hasta superar los quinientos estudiantes presentes que vivieron la ceremonia con emoción, pese a que muchos de ellos ya navegan por los medios de comunicación durante largo tiempo. Otros, cómo no, desfilan por la larga caravana del paro. No en vano, han firmado sus credenciales en estas tres promociones 1.348 personas que abandonaron, ese día, el confortable status del estudiante. Ellos, trabajadores o no, entenderán por qué lo digo.