La posada del presidente John Adams
El segundo mandatario de Estados Unidos se hospedó durante cinco días en Bilbao en 1780 cuando recorría Europa estudiando sus democracias
Bilbao
En el edificio de la entidad bancaria que hay justo en la salida del metro de San Nicolás existe una pequeña placa marrón. Chiquitina, colgada en una esquina, pasa prácticamente desapercibida para las cientos de personas que deambulan cada día por la acera. Pero deja constancia del hospedaje que, hace más de tres siglos, se alzaba en ese punto. Una posada que, un mes de enero de 1780, recibió a un eminente invitado: John Adams, segundo presidente de Estados Unidos, se alojó durante cinco días en Bilbao, cuando se dirigía a una misión diplomática en París. Esta misma semana se ha inaugurado en la capital vizcaina un busto que rinde homenaje a uno de los padres fundadores de la Constitución norteamericana. Aquí se situaba la posada en la que se hospedó en 1780 John Adams, segundo presidente de Estados Unidos (1797-1801) cuando iba a París en misión diplomática. Es lo que reza la pequeña placa en recuerdo de aquella estancia de Adams en Bilbao. El presidente norteamericano llegó a la pequeña villa por la carretera de Orduña el 15 de enero de 1780 y se alojó en un posada "entre una iglesia y un monasterio", según recogen las crónicas de la época. La visita formaba parte del trabajo de investigación que llevó a cabo por toda Europa para conocer las distintas formas de democracia existentes en ese momento en el viejo continente. Siete años después, los primeros 13 estados de la Unión dieron el visto bueno a la Constitución estadounidense, que incorporó buena parte de las aportaciones realizadas por Adams tras su periplo europeo.
Además de la forma de vida de los vizcainos, el presidente norteamericano quedó gratamente sorprendido por las costumbres y tradiciones vascas. "Esta gente extraordinaria ha preservado su antigua lengua, genio, leyes, gobierno y costumbres sin cambios, mucho más que cualquier nación de Europa", narra con admiración en su libro Defensa de las Constituciones de los Estados Unidos.
"Gratamente sorprendidos" El presidente pasó cinco días en Bilbao, durante los cuales tuvo ocasión de visitar la Catedral de Santiago, el Consulado de Bilbao -que era la Cámara de Comercio de aquella época-, el mercado de la Plaza Vieja, los muelles junto a la ría y varias zonas de "hermosas huertas y jardines", según él mismo escribió, situadas en la parte exterior de la muralla de la villa.
El jueves, día 20 de enero de 1780, John Adams abandonó Bilbao rumbo a la frontera francesa. La carta que escribió cuatro días más tarde deja patente la buena impresión que le causó su visita. "Todos estábamos gratamente sorprendidos por el aspecto del país en Bizkaia y Gipuzkoa; las casas parecían más cómodas y mejor distribuidas en caseríos, en lugar de aparecer en pequeños pueblos de barro, con paredes enmohecidas y en ruinas. No hemos podido evitar pensar que la libertad produce efectos similares sobre la humanidad del ser humano, donde quiera que se encuentre", relata.
En otra de las dos cartas enviadas por desde su posada en Bilbao, John Adams escribió lo siguiente: "Hemos tenido el placer de encontrar en el señor Gardoqui e hijos a unos amigos dispuestos a colaborar con nosotros en todos los aspectos". No eran palabras huecas; durante su visita, Adams se reunió con Diego de Gardoqui, regidor capitular del Ayuntamiento bilbaino por aquel entonces e hijo del fundador de la prestigiosa Casa de Joseph de Gardoqui e hixos. A través de esta empresa familiar, España hizo llegar a Estados Unidos 120.000 reales de a ocho en efectivo y órdenes de pago por valor de otros 50.000, que sirvieron para respaldar la deuda pública estadounidense y dieron origen a su propia moneda. Pero no todo fue dinero; también se enviaron 215 cañones de bronce, 30.000 mosquetes, otras tantas bayonetas, 51.314 balas de mosquete, 300.000 libras de pólvora, 12.868 granadas, 30.000 uniformes y 4.000 tiendas de campaña. Gracias a estos suministros, los Estados Unidos lograron una gran victoria en la batalla de Saratoga, definitiva en el resultado final de la Guerra de la Independencia.