BILBAO. El Ayuntamiento de Orduña, junto con la Diputación Foral de Bizkaia y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, ha habilitado charcas para garantizar la supervivencia de la única población de rana ágil que vive en el territorio histórico de Bizkaia y que, por tanto, se encuentra en peligro de extinción.

En un comunicado, el Ayuntamiento vizcaíno ha precisado que se trata de un anfibio "muy escaso" y ha señalado, además, que está protegido con la calificación de 'vulnerable', inmediatamente inferior a la de 'en peligro de extinción', por el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre y Marina.

La rana ágil, cuyo nombre científico es 'rana dalmantina', es un anfibio anuro que no sobrepasa los diez centímetros de longitud, de color marrón pálido y larguísimas patas que le permiten saltar hasta dos metros, de ahí su nombre.

Este anfibio, que se alimenta de insectos y caza sus presas al vuelo, está ampliamente extendida por Europa, pero en la península Ibérica su presencia se limita a algunas áreas de Alava y Navarra, además de a Orduña, el único punto de Bizkaia donde vive esta especie.

El municipio ha localizado ejemplares en Bigandi, La Rondina, La Paúl y La Muera. La rana ágil vive entre la hojarasca de los suelos encharcadizos, sombríos y frescos de los robledales.

Como todos los anfibios, necesita poner sus huevos en charcas, donde nacerán y se desarrollarán los renacuajos. En los últimos años se ha producido un deterioro de estos lugares, lo que pone en peligro el futuro de la especie.

Con el objetivo de romper esta tendencia, las tres instituciones han colaborado en la creación de cuatro pequeños pozos en terrenos de titularidad pública -tanto municipal como foral-, que multiplican el número de masas de agua apropiadas para la vida y reproducción de la rana ágil.

Las charcas han sido excavadas en Bigandi, cerca de la cumbre de San Pedro Beratza, Santa Clara y Larrinzar, con la colaboración del Centro de Ecoturismo Las Casas de la Cascada de Angulo. Estos nuevos charcos son pozos de unos 50 metros cuadrados de superficie, no aptos para albergar peces.

BIODIVERSIDAD

La apuesta por salvaguardar esta especie amenazada arrancó en 2010, Año Internacional de la Biodiversidad. El objetivo, además de salvar a la rana ágil, es concienciar a la población acerca de lo que supone la disminución significativa de la presencia en la naturaleza de especies de fauna y flora, que tiene consecuencias perjudiciales para el funcionamiento de los ecosistemas y, por tanto, para la calidad de vida de las personas.

Asimismo, también se puede producir una profunda transformación del paisaje original, con la sustitución histórica del robledal atlántico por praderas y cultivos, así como el relleno de las charcas, que han forzado a la especie a sobrevivir en lugares menos apropiados, como la campiña.

De ahí que las actuaciones sobre el hábitat a escala local, basadas en criterios de recuperación de robledales y zonas húmedas, así como la construcción de nuevas charcas sean claves para garantizar la supervivencia de esta especie.

"La protección de la biodiversidad no es ningún capricho, sino un deber ético, ya que todos los seres vivos cumplen su función en la naturaleza. Proteger a los anfibios es, además, rentable desde el punto de vista ambiental y económico", han explicado los responsables del proyecto.

Las especies como la rana ágil contribuyen a frenar el aumento desmesurado de los insectos -incluidos los portadores de enfermedades-, ayudan a la reducción del uso de pesticidas en la agricultura y favorecen el equilibrio ecológico natural de los ecosistemas. Además, "son auténticos laboratorios químicos, de los que los humanos obtenemos diferentes medicamentos", han concluido.