Barakaldo

Alas 15.50 horas del 25 de noviembre el contador se puso a cero en la carrera profesional de Miguel Prieto y Javier Gómez, socios propietarios de Manjar 14, la primera tienda especializada en delicatessen abierta en Barakaldo y en Ezkerraldea.

A aquella hora, ambos tuvieron conocimiento de que su empresa, ubicada en los antiguos locales del supermercado Emilio Hermanos -en el número 14 de la calle Juntas Generales-, era pasto de las llamas. Un día después, ambos empresarios, junto a sus cuatro empleados, lejos de amilanarse iniciaron la penosa tarea de lograr que la empresa renaciera, como el ave fénix, de sus cenizas. Nunca mejor dicho, porque cenizas, y una gran incertidumbre es lo que les sobrevino a estos profesionales del buen yantar que hoy reabrirán su persiana "para volver a atender a nuestra fiel clientela en estas fechas en las que nos jugamos buena parte de la temporada".

"No quedó nada, se quemó todo", resumía ayer Miguel Prieto, mientras que sus ojos se afanaban en la siguiente tarea pendiente: la iluminación. "Aún nos faltan las luces y algunos imprevistos de última hora, pero esperamos que este jueves abramos, aunque sea media tienda", confiaba este empresario que, al igual que su socio y cuñado Javier, sufrió en primera persona los efectos de la reconversión industrial de la margen izquierda en los años ochenta. "En 1984 abrimos un puesto en la plaza de abastos de Karranzairu -Charcutería Miguel-, donde estuvimos 17 años hasta que nos trasladamos a este local".

Pasado mañana cumplirán su primera década al frente de este negocio, que aún hoy día es un referente imprescindible para quien busca un producto "de alto valor, que no caro", remarca Miguel, que destaca como "aún hoy no hay establecimiento en Barakaldo que tenga tal diversidad en la oferta de productos de denominación de origen y de alta calidad como aquí".

Un cortocircuito

Las llamas se llevan el género

Todos los productos que en aquel momento se encontraban en las estanterías del local sucumbieron bajo las llamas aquel fatídico día, cuando un cortocircuito provocó un incendio que arrasó con el género, el mobiliario, la maquinaria y las instalaciones. Unas pérdidas que ascendieron a un valor de más de 200.000 euros, a los que hay que sumar el coste de la reposición del género perdido y los gremios que estos días se han esforzado, de manera titánica, en levantar este templo del gourmet.

"El martes hubo momentos que estábamos aquí más de 25 personas trabajando a la vez. Parecía el camarote de los hermanos Marx", bromea Miguel, mientras se agacha con su inseparable cuchilla de afeitar que utiliza aquí y allí para raspar las manchas de pintura del suelo.

Por su parte, se afanaban en la limpieza Aitor, Iván, Noelia y Txaro, los cuatro empleados que estos días han cambiado sus pulcras batas y delantales por el buzo, y las balanzas y registradoras por la escoba y el estropajo. "Hemos venido todos los días porque era muy importante dar el callo para abrir en estas fechas para dar servicio a nuestra fiel clientela", explicaba Aitor.

A su lado Miguel y Javier confían en que, junto a lo que puedan recuperar a través del seguro, las instituciones apoyen la recuperación de esta ave fénix del gourmet, "con posibles subvenciones a una inversión hecha por fuerza mayor".