Arripausueta, el nombre real
Un escrito desvela la denominación correcta de este enclave de Durango, llamado erróneamente
Durango
La antigua zona de baño de la presa de Landako se llamó, y se llama, Arripausueta. La afirmación puede parecer una tontería, pero no lo es. A día de hoy, la mayoría de la ciudadanía denomina mal a este enclave del río Ibaizabal. Para algunos es Arriposuetas, para otros Arripo-tzueta o Reposuetas, incluso, a modo de apócope también se sigue diciendo "íbamos a bañarnos a Repus". El propio Ayuntamiento de Durango registraba de forma oficial hasta 2003 esta zona como Arriputzueta.
Fue el economista e investigador durangarra Javier de Sagastizabal quien, mientras elaboraba un encargo para la firma Ferretera Vizcaina, dio con el nombre original del lugar en un documento del Registro de la Propiedad. El topónimo toma su origen de los pasos (pausu) de piedra (harri) existentes para cruzar de un lado del río al otro. De ahí, Arripausueta.
De Sagastizabal lo explicaba en una carta que remitió a la entonces alcaldesa Pilar Ardanza, en febrero de 2001. A la hoy diputada de Transportes y Urbanismo, el investigador le hacía saber en la misiva los detalles sobre el descubrimiento.
La presa, que aún se conserva, fue mandada construir en 1892 por José Larrañaga, fundador de Electra Larrañaga. En la inscripción de esta infraestructura en la propiedad se lee: "Levantando una presa a la parte superior de los pasos llamados Arripausueta". La palabra que condensa aquellos pasos de piedra se repite en el texto. El investigador completa aún más la realidad de entonces al asegurar que también existían trancos de piedra "donde ahora está el puente de Mikeldi".
Esta zona de la vega de Landako ya aparece como Arripausueta. Es más, en la actualidad ya hay una calle con ese nombre y el campo de fútbol y rugby muestra esta designación. "En el documento de las Normas Subsidiarias hemos clasificado un sector de suelo urbanizable y lo hemos denominado Arripausueta", le respondía, mediante epístola amistosa, el arquitecto municipal Federico Arruti, a modo de regalo de reyes, el 5 de enero de 2003.
El autor de libros -como el exitoso en ventas Repostería monacal-recurrió a su amigo, el euskaltzain, José Luis Lizundia quien "en correspondencia mantenida" corroboró el topónimo. De Sagastizabal espera que si en estos transcurridos siete años la ciudadanía aún no ha asimilado el nombre correcto, en un futuro cercano, lo haga.
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