Una prueba de que la red eléctrica que recorre las entrañas de Bilbao requiere una renovación continua tuvo lugar el pasado 6 de septiembre de 2023. Esa mañana casi 700 viviendas, garajes y comercios se quedaron sin energía como consecuencia de un fuego eléctrico ocurrido bajo tierra en la esquina de la calle General Concha y la alameda Urquijo.

El incendio en el entramado soterrado causó una seria humareda que salía a la superficie por las arquetas y alcantarillas. Rápidamente la situación fue controlada por los bomberos pero supuso que el sistema energético de casi una manzana completa se cayera.

Además de ordenar el corte de energía nada más tener conocimiento del suceso, Iberdrola envió varios técnicos para intentar proveer de energía de nuevo a los abonados. Una vez en el lugar se dieron cuenta de la gravedad del incidente y de que no iba a ser tan fácil conseguir su objetivo.

Sobrecarga

Javier Arriola, director de la región norte de i-DE, recuerda perfectamente el caso. “Fue una sobrecarga de un cable de los más antiguos cuya cubierta exterior, con la humedad y el paso de los años, se va estropeándo y en un momento dado genera un cortocircuito. En este caso, iban varios cables en paralelo y se quemaron todos”.

En total se chamuscaron 14 líneas de baja tensión y otras tres de media tensión en un punto de la ciudad que Iberdrola ya tenía catalogado como de los más antiguos de la red y, por ello, de más riesgo.

Arriola reconoce que “nos costó una barbaridad volver a dar suministro a los clientes” como consecuencia precisamente de la vejez de la red y de su distribución capilar a los abonados.

Explica que las líneas quemadas alimentaban un total de 50 cajas de distribución que en lugar de estar en las fachadas de los edificos, como es habitual, se ubicaban dentro de un patio de manzana al que los técnicos no pudieron entrar hasta pasadas varias horas. “Solo se podía acceder por tiendas y portales, incluso por casas de vecinos, lo que dificultó tremendamente el trabajo de reposición del suministro”, indica el responsable de Iberdrola.

De hecho, la reparación posterior de todo el cableado soterrado se prolongó durante una semana lo que obligó a levantar la calle para tender en zanjas las nuevas instalaciones eléctricas que sustituyeran a las quemadas.

Un dispositivo que supuso así mismo cortar al tráfico todo el tramo de la alameda de Urquijo entre General Concha y la plaza Arriquibar. Durante todo el proceso de reparación también se tuvieron que instalar generadores autónomos para poder dotar de suministro a los vecinos y comerciantes mientras era necesario practicar cortes de energía puntuales para restituir definitivamente la red eléctrica.