Él quería ser Tarzán y ella Jane...
Aquellas tardes de domingo llenas, con chocolate y bollos de mantequilla, cacahuetes y entrada para el cine de pantalla única se vacían. Hubo 30 salas y hoy solo sobreviven del ayer los Multicines, que fueron únicos en Europa
C INE. La palabra fue utilizada por primera vez en 1899, proveniente del francés cinéma, que era una forma abreviada del cinématographe. ¿Dónde quedaron los viejos grandes tiempos el cine?, aquellos días en los que cobraba sentido la elegante visión de Federico Fellini -”un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y , como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador”, dijo- y los espectadores se sentían, solo con el mero hecho de salir de casa hacia una sala, protagonistas de un aventura: un pirata al abordaje, Tarzán en la liana, Superman por las nubes, Bette Davis bajando por la escalera, Sofía Loren bañándose, Al Pacino dejando que le besasen el anillo o John Wayne, siempre tan rápido al desenfundar, bajándose del caballo qué sé yo. Él quería ser Tarzán y ella Jane, ¿se acuerdan? Hoy el rey de la selva, repantingado en el sofá, navega con el mando a distancia en el maremágnum de Netflix o HBO con una barriga prominente y una cojera crónica por la media hora semanal que dedica al deporte y la cerveza con los amigos. Con los que le quedan, claro. Ella, a su lado cuando todo va en calma, discute porque no se detiene donde quiere. Al cine fueron en Navidades... ¡de 2016!
La desaparición de las salas en el centro de la ciudad ha supuesto también su desertización los domingos por la tarde y pasear por las calles a esas ciertas horas genera tristeza y añoranza de los tiempos del cine. Eran la Capilla Sixtina de los años setenta y ochenta, un glorioso espectáculo para la vista y el sostén de un sinfín de domingos por la tarde, tiempos de bollo de mantequilla, alfombras de cacahuetes, y una película . ¡Ay, los viejos cines de Bilbao!
Porque hubo un tiempo en que descorrían sus cortinas (sí, sus cortinas...), casi treinta salas de cine en la villa. Hoy no queda ni un solo de aquellos cines con pantallas habilitadas para el cinemascope y tecnología technicolor. Apenas sobreviven, en corazón de la villa, tres cines con múltiples salas, dos de ellos de más o menos reciente creación (Golem, en Azkuna Zentroa, y Zubiarte, en el complejo comercial del mismo nombre...) y un tercero, los Multicines de la calle José María Escuza, a los que los viandantes miran, cuando se topan con ellos, como si hubiesen dado con el fémur fósil de un animal prehistórico del Pleistoceno. Los domingos, digo. Al paso que van las cosas cualquier día se entonarán un réquiem por el bollo de mantequilla y un sonoro funeral, al estilo New Orleans, por las viejas pastelerías. Si lo miran con detenimiento se ha perdido la ingenuidad de creérselo todo. Y con ella la ilusión, ese gran combustible.
Volvamos, antes de que piante un lagrimón como dirían en Buenos Aires (no en el cine de aquel mismo nombre no; en la capital argentina...), a la calle de José María Escuza, donde se mantiene en pie la reserva de los dinosaurios cinéfilos. Como quiera que no es lugar de paso y que bien cerca hay un lasergune, donde los niños ya no son espectadores sino protagonistas de la batalla y ellos no querrán entrar con usted a una vieja sala donde igual huele a Menforsan y han optado por esperar allí, aprovecho para recordarles algunos datos de la calle. Pasen y vean.
En 1943 el Ayuntamiento decidió cambiar el nombre a Particular de Solaegui para evocar y recordar la figura del filántropo José María de Escuza y Olavarri, rico propietario de Orduña que donó en su testamento, en junio de 1905, un legado de 450.000 ptas., al Santo Hospital Civil de Basurto. En su recuerdo, uno de los pabellones lleva su nombre. En 1887 en sus terrenos de La Muera fundó junto a sus hermanos el balneario del mismo nombre. Con el tiempo vendieron dicho balneario a Antonio Menchaca e hicieron los referidos donativos para el nuevo Hospital de Bilbao. Bien mirado, no está mal ganado el nombre de la calle. Es merecido.
Llegamos. Fue un 14 de septiembre de 1977 cuando el actor Juan Luis Galiardo pisó las aceras de la calle José María Escuza como gran estrella invitada a la inauguración de los Multicines. Venía al pre estreno de la película Comando Txikia. Muerte de un presidente, cinta sobre el atentado de ETA que había acabado con la vida de Carrero Blanco solo cuatro años antes. Era el gran evento cinematográfico del año en Bilbao, ya que los Multis pasaban por ser “las primeras multisalas de esas dimensiones construidas en Europa tal y como rezaban los programas de mano.
Estaba insinuado más arriba. Tras la época dorada del cine (y, con ella, la de las grandes salas de pantalla única), la diversificación se iba imponiendo y los recintos con dos o tres salas pasaban a ser la norma a finales de los 70. Eso sí, por aquel momento, nadie en el Viejo Continente había planteado un complejo de ocho pantallas (escala Bilbao, podría decirse...). Ocho pantallas que, además, tenían el desafío de competir en la cartelera con la treintena de cines con los que ya contaba la ciudad en 1977. Hoy son, de largo, las decanas de la villa en lo tocante a las salas de cine.
¿Puede pensarse, dada su edad, que es una tierra decrépita? Creo que no. Pero sigamos con la historia hasta descubrir los porqués. Los Multis fueron levantados por el célebre empresario local Julián Vinuesa, alma de la cadena Astoria, por aquel entonces cabeza de león del mercado de la exhibición cinematográfica en Bilbao. En los inicios se situaron con un posicionamiento de estreno comercial, pasaron a ser salas S (algunos de ustedes recordarán aquel cine erótico tan célebre de los 80...) hasta que llegó la decadencia de Astoria, acrecentada tras la muerte en el accidente de aviación del monte Oiz de Vinuesa. ¿Era la puntilla? La desgracia propició que las riendas de los Multis las tomara, para dar un golpe de timón en su programación, el pujante Circuito Coliseo en 1990.
Entonces llegó el viraje el timón, una apuesta por un cine de estreno pero especializado: cine de corte independiente y de autor. Supieron diferenciarse para defenderse en el mercado. De hecho, gracias a ello los Multis siempre han sido económicamente viables y jamás se ha puesto sobre la mesa un posible cierre, a pesar de la acuciante decadencia del cine en pantalla grande en el último cuarto de siglo. En cuestión de supervivencia, son los héroes del siglo XXI. Dignos descendientes de Tarzán.
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