LOS colores festivos de la tradición de los carnavales euskaldunes fueron protagonistas durante el día de ayer en las calles del barrio bilbaino de Castaños. Alrededor de 250 personas participaron ayer, bailando y tocando, en la clásica fecha festiva de febrero en la que conmemoraron a los personajes de Lanz, Mundaka y Lasarte-Oria.

“Es una fiesta que organizamos nosotros y es para los vecinos”, explica Gontzal López, uno de los responsables e impulsor de estos carnavales. De la misma manera, en palabras de López, la temática de este año es la misma que la del pasado porque “llovió tantísimo” que no pudieron hacer todo lo que tenían planeado. Este año, el tiempo les dio tregua y pudieron disfrutar de todo el programa que habían planeado. De hecho, eso es lo único que esperaban desde la organización, que no cayese “ni una gota de lluvia”.

Quedaban pocos minutos para el mediodía cuando la plaza del funicular de Artxanda comenzó a llenarse de vecinas llenas de colores. “Es un día que siempre celebramos igual y disfrutamos mucho entre nosotras”, decía Ainhoa, de 7 años, mientras hablaba con sus amigas de la ikastola. Y, según el reloj marcó las doce en punto, comenzó a sonar la música y la kalejira inició su curso. Mientras que los minutos pasaban, los vecinos se iban incorporando para acompañar a los participantes hasta su próxima parada. “Sabemos que es algo que se hace todos los años pero esta vez nos ha pillado un poco por sorpresa”, confiesa Marisa mientras su marido, Joserra, asentía con la cabeza. De hecho, sus dos hijos Markel, de 7 años, y Elene, de 5, se quedaron tan impactados que no perdían detalle de cada movimiento de la kalejira. “Amatxu, ¿podemos entrar a bailar?”, le decía Elene, inquieta, a su madre, Marisa.

Desde la plaza comenzaron su andadura por la calle Castaños, pasando por la calle Huertas de la Villa hasta llegar al puente Zubi Zuri donde los protagonistas de la kalejira realizaron diferentes bailes euskaldunes. Fue tal la aglomeración de público que una vecina consideró que “Castaños no es un barrio, sino un pueblo muy unido”.

Representación Una vez vuelta a la plaza del funicular, alrededor de las dos, realizaron un juicio ficticio donde el personaje de Miel Otxin -figura que representa los malos espíritus- es juzgado y, posteriormente, disparado. Una vez finalizado el teatro, los vecinos bailaron alrededor de él un zortziko.

Precisamente, la alegría y las sonrisas fueron las protagonistas del día de ayer porque, según confesó López, “no hay nada mejor que una fiesta euskaldun entre amigos”. De hecho, la txosna incorporada en la plaza del funicular tenía el objetivo de no detener la fiesta y por eso no pararon de repartir txakoli, cerveza y talos.