Bilbao - La dirección de un colegio y de un hotel, responsables de hostelería y algunos vecinos de la calle Rodríguez Arias presentaron en el Ayuntamiento de Bilbao una serie de alegaciones para “frenar” la próxima reapertura de la antigua sala de fiesta Aranzazu, ubicada entre los números 66 y 68. La reforma del local, de más de 600 metros cuadrados, para convertirlo en discoteca juvenil -con un aforo de 400 personas- ha encendido todas las alarmas y ha despertado la preocupación en ese tramo de calle.

Desde hace meses los vecinos afectados, la dirección del hotel Ilunion, responsables del colegio La Pureza y hosteleros de los alrededores han mantenido varios encuentros para tratar el tema y conocer el proyecto que han acordado llevar a cabo varios empresarios relacionados con la noche bilbaina. En la actualidad las obras de reforma están paralizadas a la espera de que el Consistorio bilbaino les dé permiso para retomarlo. Los afectados aseguran que van “a por todas” y que no va a ser bueno para nadie porque es una zona “saturada de locales” y por si fuera poco, dicen, incumple la ordenanza de distancia con colegios. “No dudamos en las buenas intenciones de quienes han decidido reconvertir el local en una discoteca juvenil, pero estamos preocupados con las consecuencias que ello traiga para el bienestar de vecinos, de los huéspedes del hotel y de la tranquilidad de esa calle, en general”, apunta a DEIA el portavoz vecinal.

Los nuevos inquilinos de la sala iniciaron en abril el proyecto de reforma para llevar a cabo la insonorización y el acondicionamiento del establecimiento, con el objetivo de reflotar un local, cuya actividad había entrado en declive. Sin embargo, las obras están paradas, a la espera de que el Ayuntamiento les dé el visto bueno y puedan continuar con el proyecto. El local ya cuenta con la licencia de actividad de discoteca, grupo III, ya que durante décadas albergó la sala de fiesta Aranzazu, frecuentada, en su última etapa, por personas mayores. Con el nuevo proyecto, la sala de fiestas se convertiría en un local para el público juvenil. “Nos dicen que van a organizar espectáculos en directo, pero para eso no van a tener permiso”, concretan los afectados. “Más que los problemas de ruido que pueda generar el local en sí, los propietarios están llevando a cabo un proyecto ambicioso, estamos preocupados por las molestias que vaya a genera el continuo tránsito de jóvenes por esa zona. La tranquilidad se va a acabar”.

La semana pasada, el concejal de Urbanismo, Asier Abaunza; el director del área, Mikel Ocio, y el presidente de distrito, Koldo Narbaiza, se reunieron con los afectados para conocer de primera mano las razones por las que han presentado las alegaciones al proyecto de discoteca.

DISTANCIA DE 200 METROS Entre las razones presentadas en el Consistorio bilbaino se recogen que la discoteca, del grupo III “no podrá situarse a menos de 200 metros de inmuebles cuyo uso principal sea el equipamiento sanitario, el docente de enseñanza reglada o el comunitario de residencia para la tercera edad. “En este caso se sitúa a escasos metros frente al colegio de La Pureza de María. Por las distancias entre la nueva discoteca y los diferentes establecimientos hosteleros, podríamos estar ante un incumplimiento, generalizado, y grave, de esta normativa”. Los afectados también alegan que esta zona, ya está saturada de locales hosteleros, en función de los locales que ya existen con licencia de hostelería, que son tres con licencia de discoteca o pub, y otros cuatro o cinco, con licencia de bar normal. “El Ayuntamiento considera una zona saturada para hostelería cuando el 33% de los locales comerciales albergan negocios de estas características. Con la apertura de la discoteca superaría el baremo del 33% de locales de hostelería”.

Ahora, los vecinos aguardan la respuesta a las alegaciones por parte del Consistorio bilbaino aunque, según han explicado a DEIA no confían en que vayan a ser aceptadas, “porque el local ya tenía licencia de discoteca”, concluyen. Sin embargo, los afectados aseguran que no van a parar, porque “una vez que esté abierto y empiecen los problemas ya será difícil pararlo. Es mejor hacer las cosas bien desde el principio”, apuntan.