Bilbao

A Iñigo Otegi le encantan los idiomas. Habla perfectamente euskera, castellano, inglés y francés. A pesar de poseer ese bagaje idiomático más que suficiente para manejarse por medio mundo, hace dos años se lanzó a aprender chino mandarín. En este tiempo ha alcanzado un nivel intermedio y piensa seguir porque "no me gusta dejar la cosas a medias". Lo ha conseguido gracias a las clases que se imparten en el Instituto Chino de Gipuzkoa, un centro privado que ahora se va a implantar en Bilbao. Aunque todavía están adecentando el local, la primera semana de octubre comenzará el curso con un centenar de alumnos. Hay matriculados de todas las edades, pero destacan los jóvenes universitarios y empresarios. Miren Gabilondo, promotora del Instituto Chino, ha dado este paso, el de abrir en la capital vizcaina, porque "Bilbao es el eje empresarial del País Vasco y las empresas necesitan cada vez más gente que sepa chino".

Iñigo es donostiarra. Tiene 31 años. Completó los estudios de Económicas, pero no le motivaba nada la idea de "estar metido todo el día en un banco", así que decidió montar un negocio familiar en la Parte Vieja dedicado a la hostelería. Allí sigue, despachando hamburguesas, pero no se ha olvidado de su asignatura pendiente: el chino. Este año va a proseguir los estudios hasta alcanzar un nivel suficiente que le permita viajar a China y poderlo perfeccionar. "Está claro que donde mejor se aprende un idioma", comenta Iñigo, "es en el país, conviviendo con la gente, pero hasta que llegue ese momento habrá que prepararse". Él comenzó con los lógicos temores de alguien que se inicia en un idioma totalmente diferente al castellano o al euskera. "Es algo complicado", reconoce, "porque es un idioma basado en los símbolos, que hay que memorizarlos, y eso al principio cuesta un poco". Por lo demás, dice que "la estructura es más sencilla que el euskera" y la pronunciación, "algo complicada por los acentos". Aun así, asegura que "una vez que vas entrando en el idioma es muy agradecido y gratificante cuando ves que vas comprendiendo lo símbolos y que eres capaz de leerlo".

Presente

Iñigo anima a la gente que quiera aprender chino, "a que dé el paso porque es un idioma con muchas posibilidades; yo diría que ya es el presente más que el futuro". Él se está preparando para un buen día poder ir a China para comunicarse y abrir nuevos horizontes.

La promotora del Instituto Chino es Miren Gabilondo, una donostiarra, "aunque mi padre era de Mungia", recalca. Miren es una mujer que siempre ha desarrollado su vida laboral en el mundo del Comercio Internacional. Por eso sabe lo importante que es el conocimiento de idiomas. El año 2006 decidió abrir en Donostia el Instituto Chino de Gipuzkoa. Se lanzó a la aventura consciente de que "Asia, y China en concreto, van a ser el eje del mundo por mucho que Estados Unidos se empeñe en ser el número uno".

Miren muestra orgullosa los resultados de los alumnos que han pasado el curso pasado por su aulas. "Se presentaron a los exámenes oficiales", señala, "más de un centenar de estudiantes y el 95% superó las pruebas con un 30% de sobresalientes y una nota media de 8,17". Esos excelentes resultados han hecho posible que el Instituto Confucio, "algo así como el Instituto Cervantes", aclara, les concediera el año pasado cuatro de las catorce becas que "reparten" entre los estudiantes del Estado para que puedan proseguir su formación en China. El éxito de esos resultados radica, según Miren, "en que todos los profesores del Instituto Chino "son licenciados y nativos".

Método

Una de esas profesoras es Jie Shen. Actualmente es la directora del Instituto Chino de Gipuzkoa y una de la responsables de poner en marcha el centro de Bilbao. Jie estudió Comercio Internacional e Informática en China, pero hace seis años decidió poner rumbo a Madrid "para aprender español". Hasta que un día conoció Donostia y a un donostiarra con el que se casó. En los años que lleva en Euskadi ha conformado un equipo de seis profesores que atienden las necesidades de los 300 alumnos que acuden al Instituto Chino de Gipuzkoa. Las previsiones en Bilbao son que tres profesoras cubran la demanda del centenar de alumnos. Cuando le preguntamos por la dificultad que implica el aprendizaje del idioma, Jie confiesa que "es difícil, pero es posible con un poco de esfuerzo y una buena metodología". En ese aspecto, la metodología es, inciden tanto Jie como Miren, la base del Instituto Chino. "En cada aula hay dos profesoras", señala Jie, "una se encarga más de la gramática y la otra de la parte oral". Miren ha apostado por Bilbao "porque tiene entidad". De ahí que el Instituto se haya instalado en la city bilbaina, muy cerca de los bancos y las grandes empresas.