Bilbao. Ha pasado de gestionar la construcción del monolito de cristal a dirigir su comercialización y funcionamiento diario con un equipo compuesto por una docena de colaboradores. Para este ingeniero polifacético convertirse en una especie de administrador de fincas de élite no ha sido tan drástico. Eso sí, admite que "ha vivido un año muy intenso e interesante".
¿Qué es lo que más le ha costado en este año de trabajo?
Conseguir adaptar todos los sistemas de la torre, de última generación y muy complejos, a cada uno de los inquilinos de la torre, los cuales, hay que decir, han prestado mucha colaboración. Además, hay que tener contentos a los socios de la torre, Iberdrola y Kutxabank.
No se pueden quejar, las cifras de comercialización les van bien.
Así es, pero la apuesta que hicieron ha sido muy fuerte y hay que recordar que los inicios coincidieron con la crisis y en ningún momento se ha dado un paso atrás.
Algunos creían que la torre iba a estar casi vacía un año después. ¿Qué es lo que ha atraído a las firmas asentadas a Abandoibarra?
Además de los servicios que ofrecemos, creo que pesa el hecho de ser el mejor y el único centro de negocios de su tipo no solo de Euskadi, también del entorno. También destaca que es un edificio ya conocido en todo el mundo, porque tenemos empresas multinacionales que generan mucho movimiento.
Pero no es barato instalarse.
Puede ser que el metro cuadrado sea algo más caro, pero la optimización del espacio que ofrecemos permiten aprovecharlo mucho más, y al hacer cuentas no sale tanto.
Y estar en la torre ¿da prestigio?
Sin duda, da un plus de categoría a cualquier firma que venga. Aquí se respira trabajo, se respira economía y negocio.
¿Venden el rascacielos fuera de Euskadi?¿
Somos miembros de Convention Bureau, el organismo local que atrae eventos y congresos, y con el Ayuntamiento colaboramos directamente. La torre se ha presentado en la Expo de Shanghai, ha formado parte del proyecto que va a traer la reunión de alcaldes del mundo que se va a organizar el próximo año... La torre ya no es tan local como pretendíamos los bilbainos, es un icono arquitectónico pero a distinto nivel que el Guggenheim o el Euskalduna, ya que te mueves en un sector de oficinas inédito hasta ahora y que tiene movimiento.
Ahora nos quedamos más cerca. ¿Qué ha supuesto la actividad del edificio en la zona colindante?
Hace un año, esta zona estaba casi sola. Ahora, la afluencia de personas a la torre es bestial. Prueba de ello son los locales abiertos, los bares y restaurantes que se han implantado cerca y algún negocio ya sé que va a ampliar su local. Se ha dado vida a esta zona de frontera entre Deusto y el Ensanche con la ría como frontera.