Bilbao. Se define como un hombre sencillo, exageradamente optimista, positivo y natural; en esa combinación de ingredientes puede que radique el éxito que ha adquirido David de Jorge en los últimos años y que le han convertido en un personaje querido. Pero él es el mismo. Ser un personaje televisivo no le ha cambiado. "Con 42 años no me voy hacer un chorra, ¿no?", dice. Ayer estuvo en Bilbao para recoger el gigante que le ha entregado la comparsa Moskotarrak.
¿Le ha sorprendido el premio?
En un primer momento, me ilusionó, y después, cuando supe que en el concurso Manda Huevos tenía como rivales al guaperas de Jorge Fernández y al deportista José Luis Korta, me dio un subidón de la leche.
Un guipuzcoano que arrasa en las fiestas de Bilbao.
Eso es la bomba. Cuando me llamaron me alegré mucho. En esa rivalidad que algunos se empeñan en difundir entre vizcainos y guipuzcoanos siempre me ha parecido una idiotez. Llevo muchos años por Bizkaia y me siento muy cómodo y querido aquí.
¿Qué le gusta de los vizcainos?
Su espíritu me encanta, el carácter alegre, su manera de ver la vida y ese entusiasmo por vivir, por disfrutar, por su equipo de fútbol... Es una maravilla.
Y que los bilbainos sean fanfarrones, ¿qué le parece?
No todo el mundo puede ser fanfarrón. Los bilbainos pueden ser fanfarrones y encima con gracia. ¿Por qué tiene que parecer mal?
¿Dónde radica su encanto?
Jo, no lo sé, habría que preguntárselo a la gente. Yo soy un tío normal.
Tonterías, las justas.
Por supuesto. No tengo edad para andar con chorradas. Me rodean unos amigos muy buenos y una familia que es la bomba; no me puedo quejar.
¿Es feliz?
Sí (con rotundidad).
¿A la vida hay que ponerme salsa picante?
Hay que mezclar las salsas y por supuesto que hay que ponerle mucho picante.
¿Un cocinero lo tiene que probar todo?
Claro, porque si no lo prueba ¿cómo sabe que lo que está cocinando está bueno?
La mejor manera es metiendo el dedo en la comida.
Por ejemplo.
¿No cree que hacerlo no es políticamente incorrecto?
¿Pero quién no mete el dedo en la comida para probarlo? Quizá no sea políticamente correcto ante las cámaras, pero cuando cocino me siento como si estuviese en mi casa. Abro las puertas de mi cocina a quien me ve todos los días.
En confianza, ¿eh?
Yo soy así. ¿Por qué mostrarme ante la gente de otra manera? No es igual que si estuviese en casa, porque ahí me pongo en calzoncillos y con la música a tope, pero tiempo al tiempo (ríe).
¿Qué tal lleva la dieta?
Muy bien, he adelgazado 32 kilos y todavía me quedan.
¿Por qué ahora?
Porque tocaba, era empezar un régimen o seguir poniendo en riesgo mi vida.
¿David come mucho?
No, para nada, como normal.
Hay quien piensa que los gorditos son más felices.
Otra tontería. Con 32 kilos menos estoy igual de feliz.
El lunes empieza la nueva temporada de 'Robin Food'. ¿Contento?
Encantado. Cuando empecé hace cuatro años pensaba que en dos semanas me iban a mandar a casa.
¿Por qué?
Porque soy un jabalí.
¿Qué pasa, que los jabalíes no pueden vivir?
Sí, pero en el monte. Sin embargo, gusto a mucha gente que me sigue, que le gusta mis recetas.
Toca el final, despídase a su forma.
¡Viva Rusia!