Bilbao

sIETE carteles anuncian las películas que pueden descubrirse en el interior. Siete proyecciones. Siete salas diferentes. Y un solo local. Los Multicines de la calle José María Escuza. Unos cines que se convertirán en los únicos supervivientes de la película en la que la villa ha ido apagando poco a poco los proyectores de sus salas. Una vez el Capitol baje su persiana, será la única sala a pie de calle en Bilbao. Sus pantallas saciarán la sed de los cinéfilos más fieles a la ciudad. Aquellos que rehúsan las grandes salas y las aglomeraciones y apuestan por la familiaridad y el cine de autor.

Poco queda de la ciudad cinematográfica que era Bilbao en los sesenta. Poco. Muy poco. De los 38 cines que han mostrado las estrellas, cinematográficas, se entiende, a lo largo de los años en la villa, en unos meses solo permanecerá abierto uno. Al menos a pie de calle, ya que la capital vizcaina cuenta aún con salas en el centro comercial Zubiarte y en la Alhóndiga.

Ese reducto para los más cinéfilos son los Multicines, conocidos cariñosamente por los bilbainos como los Multis; unos cines que nada más abrir sus puertas por primera vez ya hicieron historia. Fueron de las primeras salas en ofrecer a Bilbao un local multisalas, junto con los Ideales, donde ahora se ubica el hotel Ibis. En total, los Multis acogían hasta 8 películas diarias. Toda una revolución. Ahora su cuaderno de bitácora podrá marcar un nuevo hito.

Sus clientes son fieles. Pero el cine ha pasado también por baches a lo largo de todos estos años de estrenos. Se remodelaron pasando a su formato actual; siete salas con un nuevo contenido, películas independientes, de autor, y en algunos casos en versión original subtituladas; algo que le otorga un carácter diferente, el mismo que le mantiene al pie del cañón.

Sin lujos pero con calidad Sus salas son pequeñas. No dispone de grandes lujos como pantallas que llenan la habitación de punta a punta o butacas VIP -más mullidas y situadas en las mejores localizaciones-. Pero su calidad no es discutida por nadie, y menos por los bilbainos, que antes o después han pasado por estas salas en alguna ocasión. Son cines más familiares. Acogedores. Sin grandes exuberancias en comparación con las macrosalas que se han ido levantando a las afueras de la ciudad, dentro de grandes superficies comerciales a menudo abarrotadas de espectadores.

José María Escuza se convertirá pronto en la única calle de la villa con olor a palomitas. Su cartelera será la última señal en la ciudad de que aún existe un local dedicado expresamente al séptimo arte. En el limbo queda saber por cuánto tiempo permanecerá activo. La pantalla comienza a tener vida. Proyecta el último tráiler. Las luces se apagan. Silencio. La película comienza.