Bilbao

EL crujir de la galleta Artinata de Artiach ha acompañado a los bilbainos desde su nacimiento en 1907. También la historia de Bilbao ha ido de la mano con la empresa bilbaina desde que inauguró su fábrica en la ribera de Zorrotzaurre. Tanto la villa como Artiach han evolucionado con el paso de los años, pero ninguno ha perdido ni su esencia ni sus raíces. En recuerdo a ese no se qué, a ese carácter botxero que comparten, ambas mantuvieron ayer un encuentro especial frente al Museo Marítimo. Artiach invitó a todos los bilbainos a reconstruir, mediante fotografías antiguas y actuales, la evolución de las ría y del papel de la fábrica de galletas en la historia de Bilbao.

Al encuentro acudieron, además de transeúntes y curiosos, el teniente de alcalde de Bilbao, Ibon Areso, y Miguel Ángel Artiach, en representación de la familia de maestros galleteros que dieron nombre a la marca. "Es un día muy especial para la familia. Para nosotros, es una gran ilusión que Bilbao y Artiach sigan vinculados y que se homenajee a más de 100 años de historia", indicó Miguel Ángel Artiach, quien además aportó a la muestra instantáneas antiguas de la fábrica en la villa.

Un día para el recuerdo Los miembros de la familia Artiach no fueron los únicos que se emocionaron ayer frente a la explanada del Museo Marítimo. Muchos de los asistentes eran vecinos de la zona que se ilusionaron al ver las imágenes del Bilbao de hace años y de la evolución de sus riberas. "Es curioso ver las fotos de antes y las de ahora y compararlas. Es emocionante recordar la historia de la ciudad y de Artiach y más porque nosotras conocimos la fábrica antes de que la desmantelaran por las inundaciones", comentan Eva y Rosario, vecinas de Zorrotzaurre. Maite, Guadalupe y José Ramón tampoco perdieron la oportunidad de volver a ver la antigua fábrica de galletas. "Hemos venido porque Artiach nos ha acompañado toda la vida, está muy unida a Bilbao y a nosotros, porque mi madre -por Guadalupe- trabajaba en ella", explica Maite.

La jornada de ayer sirvió para recordar no sólo el Bilbao de antaño sino también la sociedad de la época. La firma hizo públicos los resultados de un estudio sobre las costumbres y tradiciones más añoradas por los bilbainos, quienes aseguran echar de menos el respeto a los mayores y que los niños puedan jugar en la calle.

Por ello, Artiach trató de aunar ambas costumbres "perdidas" en una jornada familiar en la que grandes y pequeños se divirtieron con los juegos de siempre y un sabor de siempre. "Hemos girado la peonza, nos hemos pintado la cara, hemos bailado el hulajop y hemos comido galletas", contaba emocionada la pequeña Maitane.